lunes, 11 de enero de 2010

OSMAR HECTOR MADERNA


(publicado el 30/4/01)


El espacio sideral..



La llegada de OSMAR MADERNA a la orquesta de Miguel Caló, en 1939, cubriendo la deserción de Héctor Stamponi, coincidió con el ingreso en la misma de valores jóvenes como Domingo Federico, Armando Pontier, Francini, Rovira. Situación que actuó como quiebre del estilo “fresediano” que practicaba el director, hasta entonces, con sus anteriores formaciones. Tomará una modalidad distinta que adoptará para siempre, generando “el estilo Caló”; fruto de las nuevas orquestaciones del Flamante pianista. Escuchando a las agrupaciones anteriores a Maderna/Caló, surge claramente la diferencia. El director ejercía a pleno su rol, con gran olfato y visión, que lo llevó a ser la “Orquesta de las estrellas”, dejando en la inventiva y el teclado de Osmar los arreglos. Mostraban una gran solvencia, abonada por sus sólidos conocimientos técnicos, adquiridos precozmente a los 18 años en Pehuajó, como Profesor de Música. Lugar donde nació el 26 de febrero de 1918 y debuta como director (local), con la orquesta Vitaphone y en otro conjunto, donde su piano era secundado por guitarras. Las condiciones que encontró e impuso Maderna con Miguel Caló son similares a la llegada de Biaggi a Juan D’Arienzo. Ambos pianistas, impusieron cambios en los estilos de cada una esas orquestas. Músicos y cantantes conformaron un tándem, con las voces de Jorge Ortiz más los jóvenes Alberto Podestá y Raúl Berón. La época del 1939/40 exhibe al tango en alza, esta orquesta contaba con músicos/autores como los citados, que añadieron a sus obras las poesías de jóvenes letristas, como Homero Expósito, Carlos Bahr, Horacio Sanguinetti y José Ma. Contursi. A sabiendas o no, estaban creando: la “Cancionística”. Maderna en las instrumentales como Elegante Papirusa, La Maleva, Inspiración y Sans Souci, más las cantables de rigurosa moda, imponen un lucimiento colectivo, reservándose, para su sólos el final de las piezas. En un análisis aleatorio y oportuno surge que Odeón - aprovechó el “boom” Caló - buscando la rivalidad entre sellos discográficos, registrando los mismos éxitos grabados en RCA por Aníbal Troilo.
En 1945 Osmar Héctor Maderna dirige su primer orquesta, con notables instrumentistas y cantantes como Pedro Dátila, Orlando Verri, Mario Corrales, Héctor de Rosas, etc. Volcando lo capitalizado como afianzado arreglador, con nuevos matices y su proverbial virtuosismo, influido de autores/ídolos desde su formación, como Chopin, Liszt, y Rimsky Korsakoff. Evidenciado en sus primeros arreglos como “El vuelo del moscardón” y las “Czardas de Monti” en tiempo de tango. Trabajaba en amplios rellenos, síncopas y notas agudas en pasajes finales, según lo definió Roberto Selles.
Sus composiciones instrumentales como “Concierto en la luna” , “Lluvias de estrellas”, “Rapsodia de tango” (de 12 minutos de duración) y “Escalas en azul”, tuvieron excelente repercusión aquí y en el exterior, siendo la segunda incluida en un film de Walt Disney y las otras fueron grabadas por Morton Gould, George Melachrino. Títulos que confirmaron la gran motivación de su música, de alturas espaciales; las que cercenaron una carrera que sólo llegara a 33 abriles, en una aciaga mañana del 28 de abril de 1951, en su práctica aerea postrera. Hoy que se cumplen 50 años de esa triste jornada.
Escribió con letras de Cátulo Castillo y Homero Expósito, logrando un suceso con Pequeña, también incluido en repertorios de cantantes melódicos. Maderna director, alcanzó a sólo seis temporadas, con aciertos interpretativos y creaciones autorales plenas de fantasías, que expresaban su sello personal y único en el género; frustrando un destino que sin duda apuntaba para brillante, en pos de la gran maduración creativa.

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