lunes, 18 de enero de 2010

"LA DISCUSIÓN SIN LÍMITE...ASTOR"


(Publicado 4/7/02)



ASTOR A DIEZ AÑOS.

Siempre Piazzolla practicó a la par de la música y la pesca, un humorismo a ultranza, en cada circunstancia de las tantas que vivió, en su fructífera trayectoria por los escenarios y en la calle. Diplomado de “atorrante virtuoso”.
Sin querer desentrañar la “madeja de la vida” la cosa comenzó, según mi opinión, por 1929 en N.York (Barrio Latino) cuando Papá Vicente (luego Nonino) compra un bandoneón y, allí surge la comunión del Pibe Astor y su instrumento. Se mimetizaron ??? La amistad familiar con Gardel compartiendo la pastacciuta- casera- de Mamma Assunta. Debuta como canillita en el film “El día que me quieras” y al finalizar el rodaje, en la Paramount yanqui será la gran fiesta. Don Carlos le pide que lo acompañe en “Cuesta abajo” y debuta a los 13 años junto al Mago... que dúo!! Con el retorno de los Piazzolla a Mar del Plata, Astor toca en ésa, pero “la cosa” era en Bs. Aires, donde encuentra a una ciudad cerrada, toca en las orquestas de Gabriel Clausi y el Tano Lauro. Evalúa que eso no era su sueño.
En la pensión conoce a “Chupita” Stamponi y Hugo Baralis, violinista de Pichuco. Este lo invita al cabaret y el “Pibe” se convierte en habitué, una noche falta Toto Rodríguez y Baralis le dice a Troilo escuchá: “el Pibe se mandó el repertorio íntegro, más Rapsody in blue(G. Gershwin)... Iniciando así “El Gato” según el Gordo, fue un felino saltador de etapas, ya sea componiendo, arreglando, justamente en éstas empezaron las bromas de Astor y dejó el tendal, las víctimas fueron Orlando Goñi, cuando le trabó el piano en Montevideo o le dio la orquestación de “Quejas de...” o “Inspiración”. A Citro le escondía el soporte del cello, pero su humorismo no tenía límites, al público que escuchaba a Pichuco y también para sus propios compañeros, según pude escuchar de bocas de sus intervinientes.
Su afán de superación primó por encima de la rutina, sin gratificación y larga todo. Pateó el tablero. Sólo escribe para sus colegas directores y bandas sonoras de películas nacionales. Al recibir una beca, entrevista a Arturo Rubinstein, de paso por aquí le recomienda estudiar con Juan J. Castro. Fracasa con éste, por su partida inminente al exterior y será discípulo de Alberto Ginastera; se perfecciona en piano con Raúl Spivak. Instrumento que el Mono Enrique Villegas, le pasaba sus “yeites” luego de las actuaciones nocheras. Viaja a París para recibir el consejo de Nadia Boulanger, docente que había recibido a George Gershwin o Duke Ellington, citando sólo a dos. Regresa y escribe, toca y hace declaraciones, siempre polémicas; su obra es tan extensa como notable: Prepárense, Lo que Vendrá, Villeguita, Revirado, Kicho, Vardarito, Las 4 estaciones porteñas, María de Bs. Aires, Bandó, Decarísimo, Zum, El gordo triste, Concierto para bandoneón y orquesta sinfónica, Tristeza de un doble A.
Musicaliza film extranjeros, graba y crea estudios corales, composiciones para instrumentos determinados, como la guitarra. En los últimos años es uno de los compositores argentinos más ejecutados en el mundo, por tangueros, conciertos corales/sinfónicos y/o jazzísticos.
En Europa se realizan habitualmente festivales en su tributo, que se incrementarán en los próximos días. Hay compatriotas que no gustan de su música, será acaso, que no se dispusieron a escuchar, sin preconceptos. Se ignora que tres, de los primeros cinco pianistas mundiales son argentinos, Bruno Gelber, Martha Argerich y Daniel Barenboim y ellos ejecutan al “Gato” y Salgán. Varios medios nos abruman con el riesgo país y los reality show, las buenas... no son noticias.
Creo oportuna la poesía de Carlos Bahr...“tu imagen se agranda, se agranda y se aleja”.. para expresar el recuerdo y sentimiento a diez años, desde aquel 4 de julio de 1992, cuando Astor “El Gato” nos dejó su última y amarga humorada

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