lunes, 25 de enero de 2010

"ALGUNOS POETAS OLVIDADOS"


(Publicado en revista ALGO PARA LEER- setiemb.2000)



Olvidar entre sus distintos significados, hallamos en ese libro madre llamado diccionario, que expresa: “perder la memoria de una cosa.../dejar de querer”. Nuestra comunidad sin excepción, carece de la misma y, a veces la utiliza para marcar algo circunstancial, luego sigue con la amnesia temporaria y/o colectiva. Un hecho de fácil comprobación, es el permanente cambio de nombres en lugares públicos. Bastaría citar que una calle del conurbano bonaerense - sureño - en 1989, fue denominada Julio Cortázar, borrando el anterior de Alfonsina Storni.
Los ejemplos nos llevaría a recorrer la historia, las artes y ciencias, el deporte en su totalidad. El Tango no podía ser la excepción, tomaré sólo una de sus artes: la poesía. Sin pretender llegar a estudio exhaustivo, surgen en forma nítida, las figuras de dos poetas notables: Francisco Gorrindo y Horacio Sanguinetti.
Figuras que embellecieron, no sólo al Tango; sino también a la Poesía Nacional, sin aditamentos. La importancia de los mismos tiene parámetros meritorios, que debieron trascender en épocas, donde la canción porteña tenía consolidadas las creaciones autorales, consulares y notables de Juan Caruso, Estebán Flores, los Contursi, Cadícamo, Discépolo, Manzi, los Castillo, Expósito.
Los creadores que evocaremos - sucintamente- se difundieron en forma un tanto menor, por razones no muy precisas que los incluyó en la omisión y otras veces, por desinformación, en el silencio. Transitaron el éxito, en forma efímera que apenas abarcó una fracción de tiempo y aplausos. Quedaron en el olvido...

FROILÁN FRANCISCO GORRINDO era su nombre civil. Nació en Quilmes el 5 de octubre de 1908. Perteneció por su obra a dos décadas disímiles - 1930/40 - pero ambas de gran repercusión en el desarrollo y difusión del género. Sus primeras letras: “Perdón de muerta”, estrenado y grabado por Mercedes Simone (música de Pablo Rodríguez) y también grabado por Mercedes Simone. Siguen “Miserere” (música de Miguel Padula) y “Vida Perra” (con Rafael Rossi).
En el lapso 1936/40 publica “Las cuarenta” (c/Roberto Grela), “Paciencia” (c/Juan D’Arienzo), “Mala suerte” (c/ Francisco Lomuto), “Gólgota” (c/Rodolfo Biaggi), “La bruja” (c/Juan Polito), a las que siguieron obras que tiene música de los citados, que reiteran su colaboración con Nuestro Poeta; más Francisco Canaro, Antonio Bonavena, Joaquín M. Mora, Enrique Rodríguez, Alfredo De Angelis, citando algunos, sobre un total de 70 composiciones. La obra cumbre para algunos historiadores sería “Las 40”, la que al difundirse, le hizo decir a Enrique S. Discépolo “Me hubiera gustado firmarla”.
La estrenó Azucena Maizani en el mismo año de su publicación (1937) en el teatro El Nacional, luego la graba, a la par con Charlo, Héctor Palacios. Las orquestas de Francisco Canaro c/Roberto Maida, Francisco Lomuto c/Jorge Omar; el resto de las obras estuvieron en los distintos repertorios y fueron grabadas por las orquestas de Ricardo Tanturi cantando Alberto Castillo, Rodolfo Biaggi con Teófilo Ibañez, Enrique Rodríguez con Roberto Flores, Juan D’Arienzo con Alberto Echague; Angel Vargas y Mercedes Simone, con sus conjuntos de acompañamiento. Falleció en su ciudad natal el 2 de enero de1963.

LAS CUARENTA
(Música Roberto Grela)

Con el pucho de la vida apretado entre los labios,
la mirada turbia y fría, un poco lerdo el andar
dobló la esquina del barrio y, curda ya de recuerdos,
como volcando veneno esto se le oyó acusar.
Vieja esquina de mi barrio donde he dado el primer paso
vuelvo a vos, gastado el mazo en inútil barajar,
con una llaga en el pecho, con mi sueño hecho pedazos,
que se rompió en un abrazo que me diera la verdad.

Apendí todo lo malo, aprendí todo lo bueno,
sé del beso que se compra, se del beso que se dá,
del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga,
y sé que con mucho plata,uno vale mucho más.
Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reir,
no pensar ni equivocado...¡ Para que... si igual se vive!...
¡Y además corrés el riesgo que te bauticen gil!

La vez que quise ser bueno en la cara se me rieron,
cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar;
la experiencia fue mi amante; el desengaño mi amigo...
¡Toda carta tiene contra y toda contra se da!...
Hoy no creo ni en mismo... todo es grupo, todo es falso,
y aquel que está más alto, es igual a lo demás...
Por eso no has de extrañarte si alguna noche, borracho,
me vieras pasar del brazo con quien no debo pasar




Horacio Basterra, tal su nombre de familia, nació el 19 de marzo de 1914. Sirvió a su popularidad, como HORACIO SANGUINETTI. Carecemos de sus datos filiatorios y también de sus fotos.
Todas sus obras integraron una de las épocas mas importantes del Tango, la Década del 40, donde publicó sus mas famosos poemas, que tuvieron musicalizadores de la importancia de Carlos Viván, Osvaldo Pugliese, Juan Sánchez Gorio, Francisco Pracánico y José Damés, con el último conforman un binomio autoral que acaparó los repertorios de las mas calificadas orquestas y cantantes solistas, de manera especial en “Nada” y “Los Despojos”. El primero fue grabado en por lo menos 300 versiones, de primeras figuras de nuestro medio, inclusive como melódico aquí y en Centroamérica.
Además fue traducido a siete idiomas, algunos exóticos a nuestra sensibilidad. Con Viván también logran un suceso notable con “Moneda de cobre”, sorteando la prohibición existente desde 1943 para las letras lunfardas. Debiendo modificar los textos que cambiaban el mensaje original del poeta, sólo así, con autorización inclusive, eran difundidas por radio.
Otras letras de muy buena repercusión, fueron: Despúes que te perdí, Barro, Viento verde, Corazón atormentado, Alhucema, Oración de Arrabal, Gitana rusa, La gran aldea, Mañana no estarás, Hoy te quiero mucho más, Arlette, Oriente, Ivón, Disco de Gardel.
Otras obras las firmó con su verdadero apellido, totalizó casi un centenar de letras incluídas en distintos ritmos. Falleció en Bs. Aires, el 19 de diciembre de 1957.

NADA
Música José Damés

He llegado hasta tu casa...
¡Yo no sé como he podido!
Si me han dicho que no estás,
que ya nunca volverás...
¡Si me han dicho que te has ido!
¡Cuanta nieve hay en mi alma!
¡Que silencio hay en mi puerta!
Al llegar hasta el umbral,
un candado de dolor
me detuvo el corazón.

Nada, nada queda en tu casa natal...
sólo telarañas que teje el yuyal.
El rosal tampoco existe
y es seguro que se ha muerto al irte
tú.
¡Todo es una cruz!
Nada, nada más que tristeza
y quietud...
Nadie que digas si vives aún...
Donde estás... para decirte
que hoy he vuelto arrepentido
a buscar tu amor.

Ya me alejo de tu casa
... y me voy ya no sé donde...
Sin querer te digo adiós
y hasta el eco de tu voz
de la “nada me responde”.
En la cruz de tu candado
por tu pena yo he rezado...
y ha rodado en tu portón
una lágrima hecha flor
de mi pobre corazón.

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