lunes, 25 de enero de 2010

"CAFE FERRO"




(Publicado diciemb/01)

De la Avellaneda brava. Un lugar de tangos y de pendencieros...



El primigenio partido de Avellaneda fue fundado por el Juez de Paz Martín José De la Serna, el 7 de abril de 1852, según decreto firmado por Vicente López y Planes, Gobernador de la Provincia de Bs. Aires y autor de del Himno Nacional Argentino. Luego fue designado como Villa Constitución, por decreto suscripto por el Director Provisional de la Confederación Argentina, Gral. Justo José Urquiza el 2 de setiembre de 1852. Pero el mismo sólo apareció en escasos documentos oficiales de aquella agitada época, tal lo rescatado por el historiador Federico Fernández Larrain, en “Historia del Partido de Avellaneda 1580/1980”, editado en 1986.
Desde 1904 el partido fundado como Barracas al Sud, pasó a denominarse Avellaneda, a igual que su ciudad cabecera. Ésta fue rica en historias y personajes de todo tipo, dimensión y color, resultante de una gran masa demográfica que la habitó, más la suma de personas que circularon a diario, para cumplir con sus distintas labores. Tareas desarrolladas en establecimientos frigoríficos, textiles y metalúrgicos que fueron las nutrientes de un polo importante, que brindó ingresos a obreros, empleados y técnicos. Dicho emplazamiento contó también con el apoyo de la banca privada y oficial, nacional y extranjera; un grupo de importantes propietarios/empresarios crearon un banco homónimo de la ciudad.
Todo conlleva a determinar que durante la década del ‘30, según el Censo Nacional, Avellaneda era la 3er. ciudad nacional, precedida apenas por la Capital y Rosario.
La periferia ciudadana estaba compuesta por los barrios - algunos en formación - como Piñeiro, Valentín Alsina, Sarandí, Villa Domínico, Dock Sud, Wilde, Gerlí y Lanús. Lugares en los que por generación endógena, surgieron ciertas “barras” con ocupación un tanto “Sui generis”, como punteros de caudillos, mayoristas y/o minoristas de timbas, etc. Convivían en el mismo vencidario con trabajadores honestos y sacrificados, que guiaron a sus descientes a protagonizar profesiones y oficios variados , generando la honra de sus familias y del entorno barrial. Es decir integraron ese fenómeno nacional, llamado clase media y, que muchos añoramos.
Las barras compuestas por “muchachos milongueros, jugadores y algo más” eran incapaces de realizar travesuras en sus propios barrios, como obedeciendo a código tácito. La juventud y otros mayores - todos masculinos - buscando la distracción o el esparcimiento, marchaban sobre el centro de la ciudad. Sus preferancias iban desde las “Casas non sanctas” de la calle Saavedra (actual Ameghino), a escuchar tangos y se enfilaban hacia locales de la avenida Mitre y Sarmiento Café La Real , al situado por la misma avenida y General Paz, que llamaban el “CAFÉ FERRO”.
Memoriosos vecinos afirmaban que el local, tenía un nombre de fantasía. Esa moda abarcó las dos primeras décadas del siglo. Algunos de sus protagonistas nos han dado testimonios de los hechos. El propietario era Antonio Ferro, jugador de los Diablos Rojos, que en 1921 ganaron el primer campeonato de primera división. Además poseía un formidable ojo clínico, para seleccionar a los músicos, la mayoría muy jóvenes, que animaban esas tertulias y/o veladas tangueras, donde ese ritmo se escuchaba exclusivamente.
Por 1917 la historia rescata la actuación de un Trío de pibes, dirigidos por el bandoneonista Carlos Marcucci “El Pibe de Wilde”. Mote endilgado a otros ílustres fueyes, como a Osvaldo Fresedo de la Partenal y Pedro Maffia de Flores.
Marcucci todavía con pantalones cortos, pero con cierta nombradía, lograda por la actuación, en el Bar Iglesias, de la porteña calle Corrientes, dirigía al violinista/futbolista Raimundo “Mumo” Orsi y cerrando el núcleo musical el guitarrista Domingo Riverol.
El trío hacía las delicias de la concurrencia nutrida y habitué, donde se anunciaba las interpretaciones utilizando una pizarrita escrita con tiza, como se usaba por la época. Los problemas se suscitaban, cuando el título no era del gusto de los muchachos oyentes, que se hacían presentes a partir de la media tarde. Las barras - no olvidemos - que eran gente “calzada”... que sin fierro o bufoso, estaban desnudos y/o desorientados. Comparable en la actualidad a un yuppie, desprovisto de su celular.
Cuando la pieza anunciada no era del gusto del auditorio, total o parcialmente, la emprendían a tiros, sobre la pizarrita exhibida en el escenario, la que volaba en pedazos. Provocando la réplica del sector que la había solicitado. Saldo... gran trifulca, con tiros de mesa a mesa.
Los músicos tenían que bajar del escenario o permanecer en el piso del mismo, con las balas silbando en sus oídos, según lo refería el propio Marcucci con hilaridad. También actuó el gran bandoneonista Enrique Pollet “El Francesito” donde obtuvo su bautismo escénico, junto a Ramón Ramirez (guitarra) y Mariano Alfonsín (padre de Abelardo) en violín, según el investigador Oscar Zucchi.
Pienso que todos los actuantes en el CAFE FERRO, debieron asumir los acontecimientos vividos, en épocas incipientes de sus vidas y carreras respectivas, los templó para ir elaborando sus distintas trayectorias, tanto musicales como deportivas. Razón por la que invito al lector a seguir en este viaje, donde sumariamente señalamos la evolución seguida por esos pibes, luego de su paso por este reducto tanguero avellanedense.
CARLOS MARCUCCI creó un estilo de ejecución y docencia del bandoneón, habiendo publicado un método que fuera seguido por brillantes discípulos.
Dirigió su orquesta y altenadamente, fue primer ejecutante en el típice de Julio De Caro (1929/54). Viajó Europa con Pirincho Canaro y Vicente Geroni Flores, grabó sólos y dúos, con su amigo de Villa Domínico, Salvador Grupillo. Integró los “Cinco Ases Pebeco” por LR1 Radio El Mundo, con Maffia, Laurenz, Ciríaco, Piana y las glosas de Homero Manzi. Fue considerado en su momento como: “Las 3 M” del instrumento con Minotto y Maffia, como autor registra obras en colaboración de otro avellanedense Manuel A, Meaños, en los tangos Mi Dolor y La Reja.
El violinista RAIMUNDO ORSI, llegó a la fama como futbolista internacional desde Independiente, luego el Selección Argentina, en Amsterdan por 1928. La prensa especializada de esa competencia lo bautizó “La Maravilla Elástica” y Carlos Gardel, al visitar por el año citado, el equipo nacional le solicito a “Mumo” que lo acompañara con su violín. Según lo documenta el historiador Edmundo Eichelbaum, en su obra consagrada al Máximo Cantor. Luego ORSI se nacionalizó italiano y conquistó lauros mundiales defendiendo los colores azurros, pero siempre llevó enhiesta su fundamental condición de músico tanguero. Como lo manifestó al radicarse definitivamente, en nuestro país y comenzar a transitar el deporte como Director Técnico Profesional, en nuestras provincias cuyanas y en equipos chilenos.
El guitarrista y también bandoneonista ÁNGEL DOMINGO RIVEROL, en su carrera acompañó a consagradas voces: Ignacio Corsini, Roberto Díaz, Santiago Devín, Teófilo Ibañez, Mercedes Carné, Ada Falcón, Mercedes Simone y Azucena Maizani. Integró le delegación de Carlos Gardel, quien a veces le solicitaba a RIVEROL, que oficiara de presentador y otras con su fueye, en algunas grabaciones; intervino en diez cortos que filmó El Morocho, por 1930 en Bs. Aires y en París, en el largo metraje Luces de Buenos Aires.
Como autor compuso éxitos como Trovas, Falsas Promesas, Genoveva, todas grabadas por Gardel. Fue una de las víctimas de Medellín, falleciendo dos días después, es decir el 26 de junio del ‘35.
ENRIQUE POLLET “El Francesito” intervino en los conjuntos más calificados, como los dirigidos por José Martínez, Luis Petrucelli y Roberto Goyeneche, para encabezar el propio en el Café El Parque, de Lavalle y Talcahuano, en la Capital.
Con estas líneas evocamos al CAFÉ FERRO donde se foguearon importantes figuras musicales, en su primera etapa; en esta Avellaneda que constituye una de las cunas, donde muchos de los actuales habitantes...“llevamos clavada en lo más hondo, del criollo corazón”... como lo creara magistralmente Manuel Romero y que no es otra cosa, que el inmortal: TANGO”.


La foto muestra a Gardel reunido con sus guitarristas: Ángel Domingo Riverol es el primero de la izq. parado junto a Don Carlos. Foto s/el márgen derecho: Raimundo Orsi vistiendo la casaca "azzurrra" de la selección italiana.






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