lunes, 15 de marzo de 2010

"CORRIENTES y PARANÁ"



Sin pretender realizar un estudio exhaustivo sobre la esquina tomada como entidad, o acaso para incluir a todas, donde históricamente se leyeron los bandos y proclamas que informaban de los acontecimientos destacados, pasados y futuros, en los siglos primeros de nuestra ciudad. Casi tomando un protagonismo dentro del ejido similar a las plazas, como rémora de la vieja aldea.
Posteriormente estos vértices urbanos, inspiraron poemas y canciones, como el vals: “Esquinas Porteñas” estrenado por la década del ‘30, obra de Sebastián Piana y Homero Manzi. Incluido en los repertorios de voces y conjuntos, que también grabaron.
Pero Nuestra Esquina, se omite en ese magnífico cuasi Atlas Porteño con ritmo de tango compuesto en 1966, por Florencio Escardó y Héctor Stamponi, titulado ¿En qué esquina te encuentro, Buenos Aires?”. Donde el múltiple “Piolín de Macramé”, cita ochavas existentes (Suárez y Necochea o San Juan y Boedo) e imaginó otras (como Borges y Carriego o Sábato y Pichuco). En ambas instancias no reparó en Corrientes y Paraná
Encuentro la milonga de Baliotti y Adamini “Señores yo soy del centro”, estrenada por los finales de la década del ‘30, grabada por las orquestas de Carlos Di Sarli cantando Roberto Rufino, Lucio Demare cantando Horacio Quintana y Ángel D’Agostino con la voz de Ángel Vargas, donde expresamente se menciona: Corrientes casi esquina Paraná. La más aludida por nuestros creadores, es sin duda Corrientes y Esmeralda.
Revisando los hechos transcurridos en estas ochavas y su periferia, tenemos el origen y nacimiento, más el posterior desarrollo del espectáculo nacional, en sus variadas disciplinas. Encontramos en la esquina S.E. al Teatro Politeama, Corrientes 1498.
Resultó el segundo teatro instalado en la calle Corrientes, en terrenos de familia la “Quinta de los Zamudio” que incluía la manzana de Uruguay, Sarmiento (ex Cuyo), Paraná y Corrientes, esquina que su dueño don Francisco Zamudio de Balbín, cede a un sereno para levantar su rancho.
Su propietario se aseguraba cediendo vivienda al sereno, que pusiera fin al constante robo de fruta de los árboles, que realizaban los paseantes o merodeadores.
El mismo por 1873 alquila una parte del predio a cirqueros liderados por Pablo Rafetto (a) “40 onzas” y su esposa, de gran éxito como ecuyer. Eran sus líderes los hermanos Carlo, con el domador Guillalme y dos años más tarde se incorporó la celebrada equilibrista denominada “La Reina del Niágara”, luego los hermanos citados se fueron y lo transfieren a César Ciacchi, que funda el Circo Arena inaugurado en 1875, con su frente de ladrillo. Su interior era un inmenso “Barracón de madera”, de gran novedad que, a la vez preocupaba al Jefe de Bomberos el Coronel José María Calaza, en caso de alguna emergencia no deseada.
El empresario César Ciacchi ya en 1878 y presenta los planos correspondientes, pensando en futuro y reemplazó el circo, por un teatro que denominó Politeama Argentino, en Corrientes 1498.
Como antecedente ciudadano se puede citar que por 1882 José J. Podestá inaugura el Politeama Humberto I, construido por Pablo Rafetto en lugar donde funciona el actual Departamento Central de la Policía Federal. (1)
Al comenzar sobrevino una crisis, pero igual siguieron la obra, utilizaron millares de ladrillos rojos importados de Italia, que en principio estaban destinados para el futuro edificio de Aguas Corrientes.
En sus elencos desfilaron los cirqueros Chiarini, Spelterini y Cotrelli, actuaciones aplaudidas por los doctores Carlos Pellegrini, Ignacio Pirovano, Aristóbulo del Valle y los generales Bartolomé Mitre y Manuel Campos. (2)
El teatro comienza por enero 1879 con un baile de máscaras y el 16 de julio actúa la compañía del Teatro Colón, cantan “Les Hugonotes” (Jacobo Meyerbeer). Posteriormente se realizó un agasajo al Gral. Julio Roca, con 2.000 invitados.
Siendo la inauguración oficial el 6 de setiembre, con Otelo (Shakespeare) interpretada por el italiano Ernesto Rossi. Siguieron actuando las compañías líricas y dramáticas de Elenora Duse, Francisco Stagno, Griselda Morosini, Leopoldo Frégoli, María Barrientos, todos de variados géneros.
Reaparece el Circo de los Podestá con Juan Moreira (pantomima) en 1886, fue su estreno céntrico, dado que lo representaba por los barrios porteños y la entonces campaña bonaerense.
El 17/7/1886 debuta allí Sara Bernhardt con “Fedora” (Sardou), actuación que hizo viajar desde Tucumán a Domingo F. Sarmiento, que reiteraba sus viajes cuando cantaba la soprano ligera María Barrientos. Reaparece Ernesto Rossi y la exitosa Adelina Patti con sucesos como La Traviata (Verdi), El Barbero de Sevilla(Rossini) y Lucía de Lammermoor (Donizetti)
Así se logró el silencio total, toda una novedad en esta sala rumorosa y bravía, que supo reunir a 38.000 espectadores. En 1890 actuó el famoso Coquelín y su compañía francesa, máximo intérprete de Moliere y por 1891, los Podestá reponen Juan Moreira con la destacada actuación de “Pepino el 88”, ahora hablado, novedad que habían estrenado en Chivilcoy.
“Transformaciones en una década tumultuosa que marcaban a Buenos Aires como si fuera perdiendo en esa década tumultuosa, su viejo cuño de aldea sedentaria” (1)
Nace Enrique Pedro Delfino el 15/11/1895, sus padres eran los concesionarios del buffet. El niño a los 5 años comenzará sus incipientes travesuras musicales, las que fueron de distinto calibre, como tomar la batuta y trepar al podio; o ejecutar en el piano a los 6 años la música que había interpretado la orquesta, momentos antes del descanso. Queda la secuela probatoria de su extraordinaria memoria musical. Nombrando dos de las tantas que realizó frente al público habitué de la platea. Así como después desarrolló esas condiciones naturales, que lo catapultaron para ser el gran autor de tangos y músicas incidentales para el teatro, sainete, la cinematografía tanto en primer tramo y su posterior evolución en la etapa del cine parlante. Agregando a lo detallado sus obras para el humor musical, que él mismo paseó por todos escenarios y emisoras porteñas, como también por Europa. Siendo destacable que sus creaciones eran concebidas e incluidas en forma muy detallada, para cada género.
Hacia 1898 vencido los primeros 20 años de contrato entre los Ciacchi y los Zamudio, uno de éstos herederos, piensa en demolerlo y levantar una casa de renta, hasta se realizó la función de despedida. Pero la sala siguió.
El 4 de enero de 1899 se realiza una función de agasajo a la soprano portuguesa Regina Pacini. Con el tiempo será esposa del Presidente de la Nación, el Doctor Marcelo T. Alvear y compartirá, entre otros emprendimientos sociales la creación de la Casa del Teatro, en el mismo solar que ocupa en la actualidad, la sala teatral Regina, de la avenida Santa Fe 1235, de nuestra ciudad.
En épocas de 1900, se habilitaban palco-cerrados, donde sus ocupantes no eran vistos por el resto de la sala. Eran bailes de Carnavales que marcaron la mayor distinción junto con los que se realizaban en el Teatro de la Ópera.
Siempre por el Carnaval de 1900, actuó la orquesta dirigida por el Maestro Santo Discépolo, diplomado en el Real Conservatorio de Nápoles; en nuestra ciudad fundó y dirigía las bandas de la Policía y la de Bomberos. Además compuso los tangos “Payaso” dedicado a Franck Brown y “No Empujes Caramba”
Luego en la misma sala por décadas posteriores, su hijo menor el notable actor/autor Enrique Santos, representó Wunder Bar y Blum.
Estos bailes fueron de la mayor distinción y competían con el Teatro de la Ópera e introdujeron el Tango en el centro, con la muchachada brava de taco militar y pantalón bombilla, que no terminaban siempre de la mejor manera.
Es para aclarar que las trifulcas eran tan bravas, que llegaban a correr sangre, con intervención policial, siempre se registraban en Carnaval, porque el resto de las funciones se representaban óperas y/o música clásicas y se desarrollaban normalmente. Los mismos fueron tratados en la pluma de Julio César Viale, en “Estampas de mi Tiempo” (3) donde marca la diferencia entre ambas salas. Anticipadamente había grescas con puñales y sangre.
En setiembre de 1902 los Podestá, estrenan la comedia de Nicolás Granada “Al Campo” pieza fundacional de nuestra dramaturgia.
El autor que trabajó como ayudante de Bartolomé Mitre, a fines del siglo 19, le cedió un original que leyó y elogió y a la vez preguntó, a que elenco iba a confiar la representación. Contestando Granada que había apalabrado a unos artistas españoles y “Don Bartolo” rápidamente expresó: “No empiece con zonzeras” , llévela a los Podestá (4)
Los bailes de Carnaval siguieron con tangos desde 1913/15 con las orquestas de Albérico Spátola y Augusto Pedro Berto.
El 21 de setiembre del 1914 se realiza el 1er. Baile del Internado, con la orquesta de Francisco Canaro, quien estrena su tema Matasanos, evento que contó con la activa programación y realización de los – por entonces estudiantes- José Arce, Pedro Chutro y Ricardo Finochieto. Luego sus magníficas carreras honraron a la Cirugía Nacional y a todos los argentinos en general.
También 1915 en los carnavales Augusto Berto formó dos orquestas, actuaban una en nuestro teatro y la otra en El Nacional; siendo por 1922 Roberto Casaux con “El Vasco de Olavarría” de Alberto Novión, logrando gran suceso de público y crítica, al imponer sus notables aptitudes y dará a conocer un nuevo autor.
El folclore desconocido por los porteños, hasta entrada la 2ª. Década, llega con la compañía encabezada por Andrés Chazarreta.
Debutan el miércoles 16/3/1925, en función especial para periodistas y autoridades, con gran repercusión, reflejada en el diario “La Época”, que expresó: “ una franca salva de aplausos sorprendió a los propios músicos de tierra adentro” (sic.). Sumaron 40 días a sala llena, donde sobresalía la soprano Patrocinio Díaz, que cantó 4 vidalas, más zambas, chacareras y vidalitas. Luego la cantante grabó con la agrupación orquestal de Juan de Dios Filiberto.
Por 1931 actuó el sexteto de Pugliese-Vardaro, muy festejado por la concurrencia, razones varias como la llegada del cine sonoro, no perduró en el tiempo.
En 1937 se representó “MAL DE AMORES” una revista musical de Francisco Canaro como director y autor junto a Ivo Pelay.
El elenco lo integraban Paquita Garzón, Agustín Irusta, Roberto Fugazot y un juvenil Angel Magaña, pero la misma se calificó como un cuasi fracaso, dado que no alcanzo la repercusión alcanzada por las revistas anteriores, que enfocaban a las canciones estrenadas en el escenario, como gran suceso.
Luego al correr de los almanaques, siguieron éxitos notables: en 1947 presentaron a La Diosa de Ébano Josephine Baker, en la casi última etapa de su carrera mundial. Alternando con producciones teatrales representadas por Luisa Vehil, Ana María Campoy, José Cibrián, Esteban Serrador ya por 1948/50. Citando algunas figuras de prestigio, que pisaron las tablas del Politeama y siempre elogiaron su acústica, como una de las mejores del mundo.
Llegado 1958 los propietarios del inmueble ya reducido, resolvieron demolerlo para levantar un rascacielo y una amplia galería, que resultó un cuento más o acaso, toda una gran estafa, sin duda. Esto motivó que el Fondo Nacional de las Artes, resolviera que por cada sala teatral que se cerrara, se construyesen dos en su reemplazo. La aplicación de la misma fue de una repercusión relativa.
Desde 1990 esta esquina fue denominada Esquina Aníbal Troilo y existe actualmente el Café Politeama.
En la misma manzana del Politeama, en Paraná 345 estaba EL PASATIEMPO, fundado por Monsieur Luis Forlet por 1884, montado al estilo parisien. Era un típico café-concert, con la platea abierta en un lateral, junto a un jardín con mesas. Fue uno de los escenarios por 1885, dedicados a las representaciones tipo Moulín Rouge, más las piezas criollas de sátira política.
Lo transitaban las “indiadas” (5) bravas, siendo Monsieur quien ponía la cara a vasos, sillas, botellas, aplausos, alguna prenda femenina íntima y flores... todo. Pero en l887 a $ 0,50 la entrada reunió a 50.000 espectadores, casi una curiosidad para analizar en términos económicos. Entre las bromas mas pesadas fue dejar sin luz el local, con gran asombro y alboroto, pero conocedor del ambiente saltó al escenario Nemesio Trejo... con su guitarra cantó y paró a la indiada.(*)
Nemesio Trejo fue un personaje bien porteño y dueño de una gran personalidad e inventiva, que cumplía además con importantes cargos, como Procurador del Bco Nación. Su notable currículum mereció trabajos especializados y evocativos de Julio César Viale Paz, Enrique Puccia, entre otros. .(6)
El mismo protagoniza y escribe “La Fiesta de Don Marcos”, será la primer sátira política nacional, estrenando el 2/5/1890 la primer revista porteña; era un brulote para Juárez Celman y aludía además a Lucio V. Mansilla. El elenco lo completaban Rogelio Juárez, la belleza madrileña Elisa Pocoví y Amadeo Lastra. Nemesio Trejo fue autor, payador, polifacético dueño de una gran personalidad siempre de gran repercusión entre sus seguidores.
En 1892 debuta en la orquesta de la casa, el joven Alfredo Bevilacqua, como pianista a los 18 años, y por el Carnaval de 1895, será su director y estrenará sus tangos: Apolo y Venus.
Esq. SO..?? Confitería Premier.
Por Corrientes en el N° 1524: acera sur/oeste estaba el Picadilly, que actualmente reflotó el cantautor Chico Novarro como teatro/auditorium, respetando su antigua denominación, fue por el ‘40 local bailable, donde actuaron las orquestas de Osvaldo Pugliese y sus cantores Roberto Chanel y Alberto Morán, de gran éxito; alternando con la del cantor Ángel Vargas, dirigida por el bandoneonista/director Eduardo del Piano y en 1945, debuta la agrupación de Enrique Mario Francini-Armando Pontier y su cantor Alberto Podestá. Citando las orquestas mas destacadas y de mayor éxito que pasaron por este local.
Teatro General San Martín, en Corrientes 1530.
Ocupa el solar del ex Teatro Nuevo, antes llamado Corrientes, Municipal de Comedias y del Pueblo. El 26 de agosto 1916 debuta el flamante binomio Muiño-Alippi y su compañía en “Guerra en Tiempo de Paz”, en la última función como fin de fiesta, cantó el flamante dúo de Gardel-Razzano.
Sus antecedentes institucionales parten de 1937 cuando el gobierno municipal le cede a Leónidas Barletta, las instalaciones para el Teatro del Pueblo.
Pero en 1943 otro Intendente lo recupera y crea el Teatro Municipal de la Ciudad. de Bs. Aires, que en 1950 será denominado: General San Martín, siendo uno de los más entusiasta para dotarlo de las flamantes técnicas, el Maestro y formador de toda una pléyade actoral notable: don Antonio Cunill Cabanellas.
Comenzaron la obra en 1953 y se suspende en 1955 con la Revolución Libertadora, en 1960 prosiguen por la gestión del Intendente Hernán Giralt, que las inaugura ante el Presidente Dr. Arturo Frondizi 25/5/1960 - provisionalmente - en adhesión a los festejos del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo de 1910 La inauguración oficial fue 23/11/61.
Como buenos porteños si cruzamos desde el San Martín, a la acera impar, funcionó el Bar Iglesias, donde Roberto Firpo fue gran suceso, por ser la primera gran orquesta típica. Establecimiento que compartía la medianera con el Café Dominguez, evocado por Ángel D’Agostino y Julián Centeya, en un tango escrito por ambos creadores, en décadas posteriores. El mismo fue sede de las actuaciones, del Cuarteto de Graciano De Leone entre 1914 a 1925, casi incorporado al inventario de la casa.
Hubo varios conjuntos y en 1921, el público desbordó el local cortando el tránsito. Fue el debut de la orquesta de Paquita Bernardo, primera directora/bandoneonista que contaba con dos músicos de 15 años, Osvaldo Pugliese y Elvino Vardaro.
En la ochava N.O, bautizada actualmente: Susana Rinaldi estaba en Paraná 420 el Bar Pacho, propiedad del director Juan Maglio, que luego fue Ambos Mundos y por los fines del 20 en adelante fue Café La Terraza, donde se filmaron decenas de películas mudas y sonoras, siendo los directores que habitualmente utilizaron las instalaciones: El Negro Ferreira, Leopoldo Torre Río, Manuel Romero, etc.
En la misma acera se levantaba el Teatro de Revistas Comedia, conducido por el juvenil Carlos A. Petit, era la competencia del Maipo, donde actuaban las grandes figuras del género que tenían alguna diferencia con la empresa y/o con su titular Luis C. Amadori.
Allí actuaron Severo Fernández, Mario Fortuna, Alberto Anchart, Pedro Quartucci, Tito Lusiardo y la vedette cubana Blanquita Amaro, etc. Donde por 1951 admiré a Juan Verdaguer que procedía de Las Vegas EE.UU como malabarista musical, según referencias previas del público lo señalaban chileno y/o uruguayo. Tal lo desconocido de su procedencia.
Protagonizaba un show inédito y personal, consistía en tomar una escalera de una hoja, de más de treinta peldaños, más un violín. Haciendo equilibrio alcanzaba el último escalón y allí ejecutaba una pieza clásica. Luego será notable actor que descolló en teatros, películas, emisoras radiales y televisivas, de nuestro país, los limítrofes y algunos europeos.
Medianera por medio, avanzando hacia Lavalle estaba el Cabaret Chantecler, en Paraná 440. Diseñado y construido a la moda del Moulin Rouge parisino, donde se ofrecían shows diversos, con la novedad de realizarlos incluyendo escenas que se desarrollaban números acuáticos. Gran novedad en Buenos Aires, que se inauguró la Nochebuena de 1924, con la gran orquesta de Julio De Caro, siguieron otros directores como Carlos Marcucci, Juan D’Arienzo, por más de una década y en 1950 Héctor Varela. Luego retorna El Rey del Compás, que se alterna con su colega Joaquín Do Reyes. Contó con la conducción del Príncipe Cubano (Ángel Sánchez Carreño), local que alternaron varias generaciones de porteños en la belle epoque. Demolido en 1960, don Enrique Cadícamo lo evocará con su tango “Adiós Chantecler”.
Llegamos a la esquina N.Este, encontramos el Cabaret Monmartre, de Corrientes 1431/5, inaugurado por Augusto P. Berto y su sexteto, siguió un trío de notables: como Juan Carlos Cobián, Tito Roccatagliata y Eduardo Arolas; en los intervalos cantaba la mitológica y pre-tanguera: Pepita Avellaneda.
El calificativo de pre-tanguera que señalo y aclaro, dado que la creación de la Cantante Feménina del Tango, recién llegó de la inspiración de los autores Alberto Vaccarezza y Enrique Delfino, con el tango “Padre Nuestro” cantado por Azucena Maizani durante el desarrollo del sainete “A mi no me Hablen de Penas”, el 23/6/1924 en el Teatro El Nacional.
En las cuatro ochavas de PARANÁ Y CORRIENTES, se generaron sucesos notables y variados del Espectáculo Argentino, que hoy recorrimos; como el circo, el nacimiento del teatro porteño, los grandes divos/as del drama y la lírica mundial. Además de brillantes actores nacionales y extranjeros, el café-concert, las revistas y el consabido condimento de “La Música popular más bella del mundo”: EL TANGO.

Bibliografía:
(1) GALLO Blas Raúl “Historia del sainete nacional”. Buenos Aires. Editorial Buenos Aires Leyendo. 1970. 2ª. edición
(2) PUCCIA Enrique Horacio. “Intimidades de Buenos Aires”. Buenos Aires, Ediciones Corregidor. 1990
(3) VIALE Julio César. “Estampa de mi tiempo”. Buenos Aires. Editorial Julio Suárez. 1942
(4) ORDAZ Luis. “Historia del Teatro Argentino”. Buenos Aires. Academia Porteña del Lunfardo. 1989.
(5)(6) PUCCIA Enrique Horacio “Nemesio Trejo. Pionero del Sainete Nacional”. Buenos Aires. Academia Porteña del Lunfardo. 1993.
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Glosario
(*)INDIADA: Patota. Barra ruidosa y provocadora, actuaban en espectáculos y/o reuniones políticas.

martes, 26 de enero de 2010

FONDA LA BUSECA




(Publicado en ‘93)


Evocando el Viejo Barracas al Sud...



El local debía su nombre al exquisito plato que integraba un tradicional menú de comidas españolas, entre las de mayor similitud, pudo ser el cocido madrileño, que se adaptaron con alguna variante a la incipiente gastronomía criolla, todavía entre rural y suburbana, en estos pagos de Barracas al Sud.

Ubicada en Montes de Oca y Saavedra (actual Ameghino), la dotaba de ciertas particularidades geográficas, por su proximidad con la playa de carga del casi flamante Mercado Central de Frutos, inaugurado en 1889. En la prática constituía el paso previo al embarque, de la producción vernácula agrícola-ganadera; con destinos múltiples a los puertos del orbe, en naves de todas las banderas.

Peones, troperos, changarines, reseros y carreros integraban una parte, siendo la otra eran hombres de mar, marineros, capataces y oficiales, más los pobladores locales. Todos transitaban la zona delimitada por la orilla del Riachuelo, hasta la fonda y de allí hacia al este, entrando en la parte urbana de la incipiente ciudad, por Saavedra. Bien pudo ser denominada - sin mucha fantasía - la “Calle del Pecado” - dado que en esa arteria se ubicaban casi todos los prostíbulos.

Carecemos de documentación fehaciente, pero recurriendo a trabajos del notable historiador Federico Fernández Larrain y algunos aportes de viejos vecinos, LA BUSECA, se instaló hacia 1890, en un edificio de ladrillos a la vista.

Era una pulpería agrandada, café y bar con orquestas, parrillada, asadores, cancha de bochas, reñidero de gallos, taba, codillo, escolaso bancado, tablado de payadores y escenario de trifulcas descomunales, con frecuentes epílogos de cuchillos.

Estaba claro que los clientes tenían características diversas y bien diferenciadas, coincidían con sus horarios de descanso, fueran los mismos diurnos o nocturnos y otra clase casi intermedia de peones, carreros y jornaleros de los frigoríficos, más los lugareños punteros y guarda espaldas de caudillos. Sin omitir los “fiolos” que con ojo avizor y a la distancia, controlaban a las pupilas y madamás, parte fundamental de su negocio.

No faltaron en los primeros años del entorno formado, en ese boliche, los encuentros de tan variada concurrencia que "dragoneaban" de payadores todavía rurales, que empíricamente iban preanunciando con a la milonga criolla/ porteña. Estas tenidas de ingenio, canto y guitarra, generaban contrapuntos a veces, que pasaban a los hechos, reiterando lo citado más arriba.

Otra de las variantes llegaban desde los pies calzados con alpargatas, bota fuerte o el botín de charol “cuidado a la manteca”.

Entendemos haber descripto más o menos en detalle a la primitiva clientela de NUESTRA FONDA, que por 1909/10, produjo una modificación que superó la actuación ocasional concitando la consideración de sus parroquianos, que a impulso de don Pedro Codebó, su propietario, comenzó una regular contratación de músicos profesionales, pero en su primer etapa, logrando que LA BUSECA trascendiera por Barracas al Norte (actual barrio de Barracas), más la Boca y San Telmo.

Esos jóvenes valores convocados, llegarán con el paso de los años a brillar en el Tango y logrando actuaciones que establecían un circuito “sui generis” de cafés y bares, que empezaban a evolucionar de las antiguas pulperías existentes en esos barrios, como el TVO, El Vasco, El Griego, La Turca, La Fratinola, La Marina, etc.

Comenzando en nuestro detalle con un muchacho de Barracas al Norte, “trayendo envuelto en un paño negro un instrumento casi desconocido. En su fueye hacía brotar una música ronca, como una gárgara de grapa, al decir del poeta Nicolás Olivari, era EDUARDO AROLAS.

Allí aparecía Arolas, noche a noche, con su indumentaria extravagante. Chambergo oscuro con cinta de colores llamativos, saco negro cortón, ribeteado de blanco, chaleco gris cruzado, pantalón bombilla a cuadritos con ancha franja brillosa, zapatos de charol con polaina de paño, guantes patito y sobre los mismos gruesos anillos con piedras artificiales, jugueteando con un bastón de fina caña de India, más un cigarro habano entre los labios, en arrogante actitud, con que trataba de disimular una profunda timidez. Con esa increíble imagen casi carnavalesca, silenciosamente observado y respetado por aquellos provocativos parroquianos del lugar, encabezaba su trío con el violinista Eduardo Monelos y el “Gallego” Emilio Fernández, guitarrero de 11 cuerdas con bordona de bronce, apodado el “Rey de los bordoneos”, que AROLAS inmortalizará en su obra autoral a su gran acompañante. En otras épocas contó con el flautista Astudillo.

Enrique Cadícamo en sus versos evoca la llegada del legendario fueye:

“Mil novecientos nueve... Montes de Oca y

Saavedra

fondeadero famoso de todo sabalaje.

Ochava de provincia con un cruce de piedra

y un palenque en el cual no se ataba el coraje.

En la vieja BUSECA entraba por las noches,

con su pinta vistosa de músico y apache.

Llegaba de la Boca. Siempre caía en coche

ese galán de fueye de melena azabache”.


Su visita diaria determinó que por un tiempo, se modificó el nombre del lugar, por la “Esquina del pibe Arolas” y éste a su vez, recibió el mote de “El Bandoneón de La Buseca”.

Catequizaba a ese auditorio siempre propenso a la reyerta, que se mostraba extrañamente atraído por tan singular personaje del Tango, y aún el Tango era capaz de erigir en mito perdurable. Conceptos expresados por el historiador/musicólogo Luis A. Sierra.

Los primeros aplausos cálidos y algunos pesitos primeros, fueron productos “del platito”, en sus noches de LA BUSECA.

Al futuro autor de La Cachila, lo reemplaza otro barraqueño del norte y bandoneonista: GRACIANO DE LEONE, secundado en el piano por su hermano Pascual, plaza que alternaba con Pastore y Agustín Bardi, más el violín de Eduardo Monelos, quien posteriormente llevó el Tango en París, junto a Loduca y Ferrer, por 1913. Bardi ya había actuado como guitarrista en ese palco. DE LEONE pronto obtendría nombradía, como ejecutante y compositor, recordemos Luz Mala, Tierra Negra, El Pillete, Un Lamento, etc.

El nuevo ocupante del precario palco, fue ARTURO HERNÁN BERNSTEIN (a) “El Alemán”, hijo de padres teutones, que había nacido en Petrópolis (Brasil) y criado en nuestra Barracas. Es considerado el primer virtuoso del bandoneón, gran manejo y sólidos conocimientos musicales, que le permitían ejecutar con gran solvencia, los ritmos populares o clásicos. Sus acompañante eran su hermano Luis, en guitarra, autor de El Abrojito y Ventoso Pita, en flauta.

Al surgir los sellos grabadores de discos en serie, fue requerido EL ALEMÁN, por la sonoridad y la técnica desplegada en todas sus ejecuciones, que diferían de sus colegas orejeros. Pasado el tiempo volcará su metier en la docencia del instrumento, aportando díscipulos meritorios: Carlos Marcucci, Salvador Grupillo y Federico Scorticatti, entre otros muchos.

Alternó la noche de nuestra fonda, por la misma época el guitarrista tucumano José Luis Padula, que solía ejecutar el instrumento y adosaba una armónica, ejecutando a la vez; como emulando a don Ángel Villoldo, en sus años de actuación en el café Las Flores, de la Boca. Lograba una muy buena repercusión del público y también de sus colegas, que recibió de BERNSTEIN la sugerencia de incrementar sus estudios musicales, aprovechando su natural habilidad y ejecutó piano, el futuro creador de Tucumán, 9 de Julio, Lunes 13, Pirincho, El Chiflado, De mis pagos, etc.

También desfiló por esta fonda/café el guitarrista LEOPOLDO THOMPSON, que luego evolucionará en el contrabajo solista, que mereció la atención de Francisco Canaro, Cobián y los hermanos De Caro, éstos lo incluyeron en su consular sexteto, formado por 1924.

Siempre en la elección de los intérpretes se imponía el buen oído y el personal olfato de don Pedro Codebó, así requirió los servicios de un joven fueye, muy habilidoso ANSELMO AIETA que hacía las delicias del público, por su manera distinta de ejecutar la “oruga asmática”, y en algunas piezas tocaba con una sóla mano con el instrumento contra la mesa.

Evolucionará con grandes y notables orquestas, como Francisco Canaro, para ser luego cabeza de rubro y creador de un binomio autoral de gran mérito con el poeta/periodista Francisco García Jiménez. Será indicada como una de las más importantes del género, por su calidad prolífica y brillante a la vez. Los ejemplos son incontables: Príncipe, El Huérfano, Carnaval, Palomita Blanca, Bajo Belgrano, Escolaso, Alma en Pena, etc, más las obras instrumentales Corralera, Corrales Viejos, Entre Sueños, también compuso varias obras con otros autores.

Esta reseña de quienes actuaron en LA BUSECA -quiza incompleta - nos lleva a un análisis final y auspicioso, resumiendo con la actuación de los dos autores mas originales, de la Escuela Criolla del Tango, Bardi y Arolas. Éste creó una escuela bandoneonística, con herederos como Osvaldo Fresedo y Maffia. También desfilaron notables instrumentistas como Thompson y los hermanos Bernstein, con la intuición e inventiva genial de Aieta y la lucidez virtuosa de PADULA en armónica, piano y guitarra. Además sabemos que la hija mayor del dueño, Delia, fue la esposa del bailarín-actor Tito Lusiardo.

Cierro con una interrogación, si EL TANGO no pasó por esta CATEDRAL (un tanto sui generis)

de Barracas al Sud/Avellaneda, por donde escapó ???


Las imágenes muestran: (izq) Arturo H. Bernstein; (centro) Eduardo Arolas y el restante: Anselmo A. Aieta.

lunes, 25 de enero de 2010

CARLOS GARDEL en Avellaneda.


...FÚTBOL, timbas y carreras eran cosas indecentes...




El siglo transcurrido desde el 11 de diciembe de 1890, en Toulouse, donde nació NUESTRO EVOCADO, nos lleva a transitar sendas que resulten de verdadera proyección. Salteando ex profeso una inmensa cantidad de fábulas, que no aportan, pero sí confunde al público no muy informado y ávido de datos genuinos. La tarea no es fácil, pero lo intentaremos.
Centrando nuestro comentario de acuerdo con el título y omitiendo las veces que llegó a la cabecera del ex partido de Barracas al Sud, para actuar como cantor exclusivamente.
Insisto que CARLOS fue un permanente inquilino nuestro, que cosechó y mantuvo amistad con varios lugareños, afirmando que por gestiones del Intendente don Alberto Barceló, ante el Jefe de la Policía bonaerense, éste emitió una cédula de identidad a nombre de su seudónimo artístico, figurando como nacido en nuestra ciudad. Exhibida en el Museo del Teatro Nacional Cervantes, de Córdoba y Libertad, en la Capital.
El coleccionista Víctor Sacullo, que integró por años la Peña El Organito, poseía y fue publicado, el carnet de GARDEL, como asociado al Rácing Club; en cuyo primer equipo formaba el ala derecha de su ataque - utilizando el léxico deportivo antiguo - Natalio Perinetti y Pedro Ochoa, ambos gozaron de la admiración y amistad, en modo especial el último.
Existen también testimonios de su admiración por Seoane y “Mumo” Orsi, quien alguna vez estando concentrando con la Selección Nacional, en Europa, lo acompañó con su violín, cuando el CANTOR los visitaba en la concentración y les ofrecía su canto.
Resulta obvio aclarar que si bien gustaba del fútbol, su pasión era el “Deporte de los Reyes” y accesoriamente, solía tentar suerte en la “carpeta”, llegándose a este lado del Riachuelo, en las muchas casas de juego existentes por las tres primeras décadas de este siglo, especialmente. Dado que varias cesaron en ese metier en 1943.
Junto al “Negro” Celedonio Flores llegaba invitado o no, al rancho de Leales y Pampeanos, encabezado por Amadeo Desiderato y Amaro Giura, otros socios como Roberto Roncayoli, los Ruggiero, más los poetas Bartolomé Aprile, Enrique Uzal.
Estas “tenidas” eran más que frecuentes y fue por 1933, último año de GARDEL en la Argentina, exactamente el 27 de setiembre, se lo ofreció con motivo de su próxima gira, una cena y a su término llegó la consabida guitarreada y cantó el agasajado. Cabe pensar que la intención era cenar, dado que Gardel no había traído a sus “escobas”.
Se generó una movilización vecinal que colmó las instalaciones del rancho, recurriéndose al amplio local de la Congregación Mariana , sita en Sarmiento 37, que también resultó insuficiente y fue necesario recurrir al Intendente, que cedió la sala del Teatro Roma, pero tampoco alcanzó. La gente desbordó los espacios.
A puertas abiertas los asistentes colmaron el foyer y cerraron el paso en la calle Sarmiento, incluída la acera opuesta al teatro, finalizando cerca de las tres de la madrugada, existiendo - afortunadamente - testigos que confirman ese final, para esta función improvisada y pública que se realizó a pesar de ser un día laboral.
Lo explicado no pretende un relato totalizador, sólo aportar aspectos principales, con la intención de narrar sucesos pocos conocidos, sobre este artista sobre el cual se han volcado verdaderos ríos de tinta en trabajos, sobre su vida y trayectoria.
En la despedida a CARLOS, el 5 de noviembre, en el stud de Maschio, junto a lo más granado del turf y de la farándula, estaban allí Giura, con una delegación de Leales y Pampeanos, como lo aporta el historiador Miguel A. Morena, en su obra Historia Artística de Carlos Gardel. Cuando llegaron los restos mortales en febrero de 1936, desde Medellín, nuestra institución gaucha encargó a la aviadora Carola Lorenzini, que desde su avioneta arrojara sobre el feretro un poncho, que se conserva en el mausoleo del ZORZAL, de la Chacarita.

Quijote y Gaucho: EDMUNDO RIVERO


BOLETÍN DEL ESTUDIO TANGO. (enero/94)



El sábado 18 de enero de 1986, a las 10,30 horas, el corazón de EDMUNDO LEONEL RIVERO determinó con su inacción, la partida de un genial artista y ser humano sembrador de amistad.
Señalar a Nuestro Evocado sólo como cantor/creador, es parcializar su obra que fue completa y abarcó varias disciplinas. Profesional brillante de la guitarra, recibió las primeras enseñanza en su hogar, que incrementó con estudios académicos. Acompañó a las más prestigiosas voces del 30/40, vuelca su carrera en el canto, logrando primero, gran rechazo de parte de los directivos de emisoras y sellos grabadores, por su personal registro.
Incluso tuvo apariciones fugaces en el cine nacional, como ser en “Fortín Alto” (1944) film dirigido por Luis Moglia Barth, con libro de Homero Manzi y el protagonismo de Ignacio Corsini y Agustín Irusta, que realiza con EDMUNDO una payada.
Seguidor de los lineamientos del Gran Creador, RIVERO innovó lúcidamente, junto a un calificado número de profesionales, como Charlo, Alberto Castillo, Floreal Ruiz, Goyeneche, etc.
Practicó y manejó el lunfardo con ingenio creativo y musicalizó temas propios y textos de Carlos de la Púa, Dante Linyera, Luis Alposta, que acreditaron su nombramiento de titular del Sillón Carlos Gardel, en la Academia Porteña del Lunfardo. Cátulo Castillo lo bautizó “EL Quijote de Buenos Aires”, la inolvidable despedida de la típica de Aníbal Troilo celebrada en el estudio mayor de LR1 El Mundo, donde cantó el tango “Silencio”. Pichuco habló en nombre de los muchachos de la orquesta y le entregó una medalla de oro, donde reza “AL GAUCHO RIVERO”.
Con estas pobres y sentidas palabras, sirvan para evocar a un grande la Cultura Nacional, que honró la musica popular y jerarquizó al Tango; a ocho años de su desaparición física.

"CAFE FERRO"




(Publicado diciemb/01)

De la Avellaneda brava. Un lugar de tangos y de pendencieros...



El primigenio partido de Avellaneda fue fundado por el Juez de Paz Martín José De la Serna, el 7 de abril de 1852, según decreto firmado por Vicente López y Planes, Gobernador de la Provincia de Bs. Aires y autor de del Himno Nacional Argentino. Luego fue designado como Villa Constitución, por decreto suscripto por el Director Provisional de la Confederación Argentina, Gral. Justo José Urquiza el 2 de setiembre de 1852. Pero el mismo sólo apareció en escasos documentos oficiales de aquella agitada época, tal lo rescatado por el historiador Federico Fernández Larrain, en “Historia del Partido de Avellaneda 1580/1980”, editado en 1986.
Desde 1904 el partido fundado como Barracas al Sud, pasó a denominarse Avellaneda, a igual que su ciudad cabecera. Ésta fue rica en historias y personajes de todo tipo, dimensión y color, resultante de una gran masa demográfica que la habitó, más la suma de personas que circularon a diario, para cumplir con sus distintas labores. Tareas desarrolladas en establecimientos frigoríficos, textiles y metalúrgicos que fueron las nutrientes de un polo importante, que brindó ingresos a obreros, empleados y técnicos. Dicho emplazamiento contó también con el apoyo de la banca privada y oficial, nacional y extranjera; un grupo de importantes propietarios/empresarios crearon un banco homónimo de la ciudad.
Todo conlleva a determinar que durante la década del ‘30, según el Censo Nacional, Avellaneda era la 3er. ciudad nacional, precedida apenas por la Capital y Rosario.
La periferia ciudadana estaba compuesta por los barrios - algunos en formación - como Piñeiro, Valentín Alsina, Sarandí, Villa Domínico, Dock Sud, Wilde, Gerlí y Lanús. Lugares en los que por generación endógena, surgieron ciertas “barras” con ocupación un tanto “Sui generis”, como punteros de caudillos, mayoristas y/o minoristas de timbas, etc. Convivían en el mismo vencidario con trabajadores honestos y sacrificados, que guiaron a sus descientes a protagonizar profesiones y oficios variados , generando la honra de sus familias y del entorno barrial. Es decir integraron ese fenómeno nacional, llamado clase media y, que muchos añoramos.
Las barras compuestas por “muchachos milongueros, jugadores y algo más” eran incapaces de realizar travesuras en sus propios barrios, como obedeciendo a código tácito. La juventud y otros mayores - todos masculinos - buscando la distracción o el esparcimiento, marchaban sobre el centro de la ciudad. Sus preferancias iban desde las “Casas non sanctas” de la calle Saavedra (actual Ameghino), a escuchar tangos y se enfilaban hacia locales de la avenida Mitre y Sarmiento Café La Real , al situado por la misma avenida y General Paz, que llamaban el “CAFÉ FERRO”.
Memoriosos vecinos afirmaban que el local, tenía un nombre de fantasía. Esa moda abarcó las dos primeras décadas del siglo. Algunos de sus protagonistas nos han dado testimonios de los hechos. El propietario era Antonio Ferro, jugador de los Diablos Rojos, que en 1921 ganaron el primer campeonato de primera división. Además poseía un formidable ojo clínico, para seleccionar a los músicos, la mayoría muy jóvenes, que animaban esas tertulias y/o veladas tangueras, donde ese ritmo se escuchaba exclusivamente.
Por 1917 la historia rescata la actuación de un Trío de pibes, dirigidos por el bandoneonista Carlos Marcucci “El Pibe de Wilde”. Mote endilgado a otros ílustres fueyes, como a Osvaldo Fresedo de la Partenal y Pedro Maffia de Flores.
Marcucci todavía con pantalones cortos, pero con cierta nombradía, lograda por la actuación, en el Bar Iglesias, de la porteña calle Corrientes, dirigía al violinista/futbolista Raimundo “Mumo” Orsi y cerrando el núcleo musical el guitarrista Domingo Riverol.
El trío hacía las delicias de la concurrencia nutrida y habitué, donde se anunciaba las interpretaciones utilizando una pizarrita escrita con tiza, como se usaba por la época. Los problemas se suscitaban, cuando el título no era del gusto de los muchachos oyentes, que se hacían presentes a partir de la media tarde. Las barras - no olvidemos - que eran gente “calzada”... que sin fierro o bufoso, estaban desnudos y/o desorientados. Comparable en la actualidad a un yuppie, desprovisto de su celular.
Cuando la pieza anunciada no era del gusto del auditorio, total o parcialmente, la emprendían a tiros, sobre la pizarrita exhibida en el escenario, la que volaba en pedazos. Provocando la réplica del sector que la había solicitado. Saldo... gran trifulca, con tiros de mesa a mesa.
Los músicos tenían que bajar del escenario o permanecer en el piso del mismo, con las balas silbando en sus oídos, según lo refería el propio Marcucci con hilaridad. También actuó el gran bandoneonista Enrique Pollet “El Francesito” donde obtuvo su bautismo escénico, junto a Ramón Ramirez (guitarra) y Mariano Alfonsín (padre de Abelardo) en violín, según el investigador Oscar Zucchi.
Pienso que todos los actuantes en el CAFE FERRO, debieron asumir los acontecimientos vividos, en épocas incipientes de sus vidas y carreras respectivas, los templó para ir elaborando sus distintas trayectorias, tanto musicales como deportivas. Razón por la que invito al lector a seguir en este viaje, donde sumariamente señalamos la evolución seguida por esos pibes, luego de su paso por este reducto tanguero avellanedense.
CARLOS MARCUCCI creó un estilo de ejecución y docencia del bandoneón, habiendo publicado un método que fuera seguido por brillantes discípulos.
Dirigió su orquesta y altenadamente, fue primer ejecutante en el típice de Julio De Caro (1929/54). Viajó Europa con Pirincho Canaro y Vicente Geroni Flores, grabó sólos y dúos, con su amigo de Villa Domínico, Salvador Grupillo. Integró los “Cinco Ases Pebeco” por LR1 Radio El Mundo, con Maffia, Laurenz, Ciríaco, Piana y las glosas de Homero Manzi. Fue considerado en su momento como: “Las 3 M” del instrumento con Minotto y Maffia, como autor registra obras en colaboración de otro avellanedense Manuel A, Meaños, en los tangos Mi Dolor y La Reja.
El violinista RAIMUNDO ORSI, llegó a la fama como futbolista internacional desde Independiente, luego el Selección Argentina, en Amsterdan por 1928. La prensa especializada de esa competencia lo bautizó “La Maravilla Elástica” y Carlos Gardel, al visitar por el año citado, el equipo nacional le solicito a “Mumo” que lo acompañara con su violín. Según lo documenta el historiador Edmundo Eichelbaum, en su obra consagrada al Máximo Cantor. Luego ORSI se nacionalizó italiano y conquistó lauros mundiales defendiendo los colores azurros, pero siempre llevó enhiesta su fundamental condición de músico tanguero. Como lo manifestó al radicarse definitivamente, en nuestro país y comenzar a transitar el deporte como Director Técnico Profesional, en nuestras provincias cuyanas y en equipos chilenos.
El guitarrista y también bandoneonista ÁNGEL DOMINGO RIVEROL, en su carrera acompañó a consagradas voces: Ignacio Corsini, Roberto Díaz, Santiago Devín, Teófilo Ibañez, Mercedes Carné, Ada Falcón, Mercedes Simone y Azucena Maizani. Integró le delegación de Carlos Gardel, quien a veces le solicitaba a RIVEROL, que oficiara de presentador y otras con su fueye, en algunas grabaciones; intervino en diez cortos que filmó El Morocho, por 1930 en Bs. Aires y en París, en el largo metraje Luces de Buenos Aires.
Como autor compuso éxitos como Trovas, Falsas Promesas, Genoveva, todas grabadas por Gardel. Fue una de las víctimas de Medellín, falleciendo dos días después, es decir el 26 de junio del ‘35.
ENRIQUE POLLET “El Francesito” intervino en los conjuntos más calificados, como los dirigidos por José Martínez, Luis Petrucelli y Roberto Goyeneche, para encabezar el propio en el Café El Parque, de Lavalle y Talcahuano, en la Capital.
Con estas líneas evocamos al CAFÉ FERRO donde se foguearon importantes figuras musicales, en su primera etapa; en esta Avellaneda que constituye una de las cunas, donde muchos de los actuales habitantes...“llevamos clavada en lo más hondo, del criollo corazón”... como lo creara magistralmente Manuel Romero y que no es otra cosa, que el inmortal: TANGO”.


La foto muestra a Gardel reunido con sus guitarristas: Ángel Domingo Riverol es el primero de la izq. parado junto a Don Carlos. Foto s/el márgen derecho: Raimundo Orsi vistiendo la casaca "azzurrra" de la selección italiana.






"UN LUCIDO CREADOR: FRANCISCO DUCCA"


(Trabajo publicado en “CUADERNOS DE DIFUSIÓN DEL TANGO”



Casi todas las disiciplinas artísticas y culturales, más quienes las practican, tienden a exaltar a un reducido y repetido núcleo de figuras, omitiendo a otras de iguales méritos que aquellas, con trayectorias paralelas. Lo expresado puede traducirse en comodidad o falta de conocimientos, que practican los “arribistas” que viven de una actividad, como la de difundir música, resultando más fácil no investigar y dedicar ese tiempo en captar mas avisadores.
Asi concluímos que éstos desconocen u omiten a sabiendas, la rica historia de nuestra música porteña y cubre con un manto de olvido e ingratitud a importantes valores, nominados como los “Ilustres Olvidados”. Citaré algunos casos: José Martínez, Cayetano Puglisi, Geroni Flores, Carlos Marcucci, etc.
De esa gris e ignota nónima, quiero rescatar la obra que realizó, para la mejor difusión del Tango y de sus principales protagonistas, a Don FRANCISCO DUCCA.Hombre sensible y permeable a las inquietudes de sus vecinos y amigos; participó activamante en instituciones deportivas, vecinales, fomentistas, folclóricas, liderando varias y fundados otras, que lo llevaron a trascender su ámbito zonal. Desempeñó la antigua secretaría de la Federación de Fútbol Argentino y como directivo del Club Progresista, de Piñeiro, presidió una delegación que viajó a Chile y Perú. Incursionó también en el periodismo local
Como vecino de Avellaneda, creí oportuno destacar - someramente- lo realizado por don FRANCISCO, que demostró un aspecto definitorio de su personalidad total. Nuestro tema es el Tango y aquí mostraré su trayectoria en “La música popular mas Bella del Mundo”.
Por vocación y admiración se vinculó con gente del espectáculo, desde muy joven y llegando 1940, creó una audición radial que tituló “Habla el Comercio, la Industria y la Banca de Avellaneda”, que se emitía por LS6 Radio del Pueblo, sita en la avenida Córdoba 1580 de Capital (Actual Bs. Aires, en el dial); todos los días de lunes a sábado de 8,30 a 11,30 hs., por algunos años se extendió hasta las 12.
DUCCA poseía el carné de Locutor profesional N° 14 y la música que irradiaba, era de su discoteca privada. La conducción la realizaba matizando su personal decir, con ocurrencias y chistes ocasionales, los mensajes publicitarios y musicales asistidos por locutores como Alberto Magdaleno (El Hombre del Clavel) - de destacada labor posterior en LR1 El Mundo - que se alternó con Germán Funes y Alcira Mussa.
Lo notable del programa aparecía a “prima faccie”, dirigido al medio local por su título y la publicidad, promocionando a firmas avellanedenses en su totalidad. Pero la repercusión demostraba que el alcance iba más allá de Avellaneda, como la Capital, el Gran Bs. Aires y localidades bonaerenses a las que llegaba la onda de LS6. Se puede afirmar que sobre diez receptores encendidos (algunos tipo capilla) siete lo sintonizaban, generando una circunstancia fortuita, que confirmaba las cifras expuestas y el “gancho” de la audición.
Más si consideramos que la audiencia girando el dial, encontraba en emisoras varias, como las tres cabeceras de las cadenas bases de LR1, LR3 y LR4, más otras de menor importancia; todas integraban la radiofonía de entonces y difundían, a los artistas “en vivo”, los mismos que DUCCA emitía en sus grabaciones. Detalle que daba la idea del acertado ciclo matinal, por excelencia, que además creó con su horario extenso y la emisión diaria, un tipo de programa radial no usado, que posteriormente se titularon “Programa Ómnibus”.
El suceso logrado - insisto - tenía la particularidad que utilizaba grabaciones de todas las figuras tangueras, con el más amplio repertorio, matizado por las novedades, que puntualmente traía de los sellos grabadores, con los clásicos de todas las épocas, recorriendo a diario su sección: “El Cofre de los Recuerdos”, que incluía antiguas grabaciones de Canaro, Lomuto, Pacho, Firpo, Fresedo, Greco, De Caro, etc.
Hacia 1962 problemas de salud, limitaron su actividad y levantaron el espacio. Anteriormente a su rutina radial y a la par con la misma, organizaba bailes en locales de Avellaneda, en la pista de avenida Belgrano y Berutti, por las temporadas estivales, que llevaba su nombre. Por la otra temporada arrendaba la sala del Teatro Roma, siempre con gran concurrencia de público. Desfilaron grandes conjuntos típicos consagrados y/o barriales, más las características y las de jazz. En esa rutina la conducción de FRANCISCO era puntual y al presentar a un cantor del barrio de Valentín Alsina, llamado Alberto Román, se equivocó y expresó Alberto Morán, bautizando para siempre al futuro gran cantor, que lo adoptó hasta el fin de su carrera.
El 8 de noviembre de 1977, con 77 años marcó la partida física, de este importante y carismático, a la par de tenaz precursor radial y tanguero, hijo ilustre de Avellaneda, que aportó con su quehacer brillo a su ciudad y al Tango, sin exclusión de épocas. además supo luchar teniendo como instancia suprema y definitiva: EL ÉXITO.

"ALGUNOS POETAS OLVIDADOS"


(Publicado en revista ALGO PARA LEER- setiemb.2000)



Olvidar entre sus distintos significados, hallamos en ese libro madre llamado diccionario, que expresa: “perder la memoria de una cosa.../dejar de querer”. Nuestra comunidad sin excepción, carece de la misma y, a veces la utiliza para marcar algo circunstancial, luego sigue con la amnesia temporaria y/o colectiva. Un hecho de fácil comprobación, es el permanente cambio de nombres en lugares públicos. Bastaría citar que una calle del conurbano bonaerense - sureño - en 1989, fue denominada Julio Cortázar, borrando el anterior de Alfonsina Storni.
Los ejemplos nos llevaría a recorrer la historia, las artes y ciencias, el deporte en su totalidad. El Tango no podía ser la excepción, tomaré sólo una de sus artes: la poesía. Sin pretender llegar a estudio exhaustivo, surgen en forma nítida, las figuras de dos poetas notables: Francisco Gorrindo y Horacio Sanguinetti.
Figuras que embellecieron, no sólo al Tango; sino también a la Poesía Nacional, sin aditamentos. La importancia de los mismos tiene parámetros meritorios, que debieron trascender en épocas, donde la canción porteña tenía consolidadas las creaciones autorales, consulares y notables de Juan Caruso, Estebán Flores, los Contursi, Cadícamo, Discépolo, Manzi, los Castillo, Expósito.
Los creadores que evocaremos - sucintamente- se difundieron en forma un tanto menor, por razones no muy precisas que los incluyó en la omisión y otras veces, por desinformación, en el silencio. Transitaron el éxito, en forma efímera que apenas abarcó una fracción de tiempo y aplausos. Quedaron en el olvido...

FROILÁN FRANCISCO GORRINDO era su nombre civil. Nació en Quilmes el 5 de octubre de 1908. Perteneció por su obra a dos décadas disímiles - 1930/40 - pero ambas de gran repercusión en el desarrollo y difusión del género. Sus primeras letras: “Perdón de muerta”, estrenado y grabado por Mercedes Simone (música de Pablo Rodríguez) y también grabado por Mercedes Simone. Siguen “Miserere” (música de Miguel Padula) y “Vida Perra” (con Rafael Rossi).
En el lapso 1936/40 publica “Las cuarenta” (c/Roberto Grela), “Paciencia” (c/Juan D’Arienzo), “Mala suerte” (c/ Francisco Lomuto), “Gólgota” (c/Rodolfo Biaggi), “La bruja” (c/Juan Polito), a las que siguieron obras que tiene música de los citados, que reiteran su colaboración con Nuestro Poeta; más Francisco Canaro, Antonio Bonavena, Joaquín M. Mora, Enrique Rodríguez, Alfredo De Angelis, citando algunos, sobre un total de 70 composiciones. La obra cumbre para algunos historiadores sería “Las 40”, la que al difundirse, le hizo decir a Enrique S. Discépolo “Me hubiera gustado firmarla”.
La estrenó Azucena Maizani en el mismo año de su publicación (1937) en el teatro El Nacional, luego la graba, a la par con Charlo, Héctor Palacios. Las orquestas de Francisco Canaro c/Roberto Maida, Francisco Lomuto c/Jorge Omar; el resto de las obras estuvieron en los distintos repertorios y fueron grabadas por las orquestas de Ricardo Tanturi cantando Alberto Castillo, Rodolfo Biaggi con Teófilo Ibañez, Enrique Rodríguez con Roberto Flores, Juan D’Arienzo con Alberto Echague; Angel Vargas y Mercedes Simone, con sus conjuntos de acompañamiento. Falleció en su ciudad natal el 2 de enero de1963.

LAS CUARENTA
(Música Roberto Grela)

Con el pucho de la vida apretado entre los labios,
la mirada turbia y fría, un poco lerdo el andar
dobló la esquina del barrio y, curda ya de recuerdos,
como volcando veneno esto se le oyó acusar.
Vieja esquina de mi barrio donde he dado el primer paso
vuelvo a vos, gastado el mazo en inútil barajar,
con una llaga en el pecho, con mi sueño hecho pedazos,
que se rompió en un abrazo que me diera la verdad.

Apendí todo lo malo, aprendí todo lo bueno,
sé del beso que se compra, se del beso que se dá,
del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga,
y sé que con mucho plata,uno vale mucho más.
Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reir,
no pensar ni equivocado...¡ Para que... si igual se vive!...
¡Y además corrés el riesgo que te bauticen gil!

La vez que quise ser bueno en la cara se me rieron,
cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar;
la experiencia fue mi amante; el desengaño mi amigo...
¡Toda carta tiene contra y toda contra se da!...
Hoy no creo ni en mismo... todo es grupo, todo es falso,
y aquel que está más alto, es igual a lo demás...
Por eso no has de extrañarte si alguna noche, borracho,
me vieras pasar del brazo con quien no debo pasar




Horacio Basterra, tal su nombre de familia, nació el 19 de marzo de 1914. Sirvió a su popularidad, como HORACIO SANGUINETTI. Carecemos de sus datos filiatorios y también de sus fotos.
Todas sus obras integraron una de las épocas mas importantes del Tango, la Década del 40, donde publicó sus mas famosos poemas, que tuvieron musicalizadores de la importancia de Carlos Viván, Osvaldo Pugliese, Juan Sánchez Gorio, Francisco Pracánico y José Damés, con el último conforman un binomio autoral que acaparó los repertorios de las mas calificadas orquestas y cantantes solistas, de manera especial en “Nada” y “Los Despojos”. El primero fue grabado en por lo menos 300 versiones, de primeras figuras de nuestro medio, inclusive como melódico aquí y en Centroamérica.
Además fue traducido a siete idiomas, algunos exóticos a nuestra sensibilidad. Con Viván también logran un suceso notable con “Moneda de cobre”, sorteando la prohibición existente desde 1943 para las letras lunfardas. Debiendo modificar los textos que cambiaban el mensaje original del poeta, sólo así, con autorización inclusive, eran difundidas por radio.
Otras letras de muy buena repercusión, fueron: Despúes que te perdí, Barro, Viento verde, Corazón atormentado, Alhucema, Oración de Arrabal, Gitana rusa, La gran aldea, Mañana no estarás, Hoy te quiero mucho más, Arlette, Oriente, Ivón, Disco de Gardel.
Otras obras las firmó con su verdadero apellido, totalizó casi un centenar de letras incluídas en distintos ritmos. Falleció en Bs. Aires, el 19 de diciembre de 1957.

NADA
Música José Damés

He llegado hasta tu casa...
¡Yo no sé como he podido!
Si me han dicho que no estás,
que ya nunca volverás...
¡Si me han dicho que te has ido!
¡Cuanta nieve hay en mi alma!
¡Que silencio hay en mi puerta!
Al llegar hasta el umbral,
un candado de dolor
me detuvo el corazón.

Nada, nada queda en tu casa natal...
sólo telarañas que teje el yuyal.
El rosal tampoco existe
y es seguro que se ha muerto al irte
tú.
¡Todo es una cruz!
Nada, nada más que tristeza
y quietud...
Nadie que digas si vives aún...
Donde estás... para decirte
que hoy he vuelto arrepentido
a buscar tu amor.

Ya me alejo de tu casa
... y me voy ya no sé donde...
Sin querer te digo adiós
y hasta el eco de tu voz
de la “nada me responde”.
En la cruz de tu candado
por tu pena yo he rezado...
y ha rodado en tu portón
una lágrima hecha flor
de mi pobre corazón.

"PEPE EN SU NOCHE"


(Publicado en “El Chamuyo”)



El plenario que cerró el mes de octubre, realizado en la sala Quinquela Martín del Café Tortoni, presidido por Horacio Ferrer que comenzó agradeciendo las presencias y la nueva constitución del Cuadro Joven. Previo al Tango Ritual solicitó un aplauso cerrado para el invitado José “Pepe” Libertella, fue “París otoñal” tango de su autoría, en la notable grabación del Sexteto Mayor. El Presidente destaca la salida de El Chamuyo N° 72, de miembros de la Academia correspondiente en Londres y una delegación de amigos colombianos, la adhesión enviada por Argentino Ledesma y otras destacadas personalidades presentes en la sala.
Invita al escenario a Libertella y José Damiani, quien comienza diciendo que distintas causas determinaron el cambio de actitud del sexteto, en lo relativo a la exposición actual del mismo. PEPE afirmó que es una realidad manifiesta, los músicos jóvenes de nuestro medio, citando a los integrantes de El Arranque y la Orquesta Escuela, como una meritoria avanzada. Agregando que coincide con sus ya añejas convicciones, de crear un “Café para músicos” para actuar solamente, por eso su colaboración con los jóvenes. Que transmiten conocimientos y vivencias del sexteto por el mundo, a estos tangueros bisoños.
Luego citó la tradicional costumbre del país, que admite la bonhomía llegada del extranjero y leyó páginas del libro de Juan Archibaldo Lanús “La causa argentina”, afirmando que nuestra música está en igualdad y acaso mejor, que las foráneas.
Damiani lo invita a tomar “la jaula” y como era imaginable, Libertella y su existencial romance con el instrumento, prosiguió su charla tan amena con aspectos de su biografía personal y musical que lo hacía tocar todo el día, ocasionando el aislamiento de su mamá. Elogió a todos sus ilustres antecesores, citando especialmente a Scorticati y Pichuco. Luego sus pininos con Suárez Villanueva y José Damés, primando la gracia, ilustrada con las melodías creadas por ambos y contando su paso junto a Osmar Maderna.
Damiani le habló de su etapa con Di Sarli y sus amigos Marcucci y Plaza, formaban el trío “Domisol”, rivalizando en el volumen de nivel sonoro en sus actuaciones con el gran Maestro. Siguieron su trabajo de director con Miguel Montero y los primeros viajes por América.
Luego la formación de un gran conjunto con formación estable, pero con dirección alterna por LR1, con Requena, Lomuto, Cupo, Stazo, Plaza; que fue la antesala de la formación del actual conjunto a fines de 1972, luego invitó al violinista Ramiro Gallo 1er. violín de El Arranque para interpretar Pasión y tango, sin omitir narrar sus andanzas por Paraná. Demostrando sus virtudes como charlista, que extendió a cuentista con originalidad, muy festejada. Impecable el dúo y otro invitado más Guillermo Galvé, nos brindaron Che bandoneón. Más aplausos.
Notable las interpretaciones de Pepe y medida la labor de Damiani al interrogar; juzgando el acto, se evidenció una gran pre- producción.
Gabriel Soria presentó “El Arranque” destacando el curriculum de lo realizado internacionalmente y las futuras actuaciones en diveros escenarios del mismo nivel. Muy inteligente la apertura con Selección de Gardel (instrumental), Mariposita, que incluyó al nuevo vocalista Ariel Ardit, gran labor a tono con sus compañeros, luego fue “Nocturna”, pero el bis fue el gran corolario, invitaron a Libertella a tocar con ellos “Quejas de bandoneón”. Delirio en la sala, casi un estallido...inolvidable. Gran noche académica.

"BRILLO CON LUZ PROPIA"


(12/2/2001)

La “Década del 40” es una de las mas transitadas por historiadores y estudiosos del género - justificadamente - por la incidencia que tuvo en las generaciones posteriores; además es sabido que su duración se extendió antes y después del año que designó a la misma. Insistir con ello no tiene mayor argumento en general, pero en particular algo se puede agregar. Tomando factores que pasan por lo geo-político, que repercutió directamente en lo socio-cultural.
Época muy especial que se concreta en el desarrollo de la Segunda 2a. Guerra Mundial, sobre manera a partir de la participación activa de los EE.UU.
Dicha potencia que ya por la década del ‘30, comienza a manejar el mercado del disco casi paralelamente con Inglaterra, que además era aliada y partícipe en la contienda. Ambas manteniendo toda su producción para el desarrollo bélico, optaron por las urgencias que más apremiaban. Dejando libre un renglón que benefició a los americanos, que contaban con industrias disqueras desarrolladas, en especial a los argentinos, que logramos una autonomía en esa misma industria, manifiesta en las dos únicas marcas locales de entonces como la Odeón (inglesa) y sus alianzas temporarias, sumadas a la Victor (yanqui). Así gozamos de una situación históricamente inédita e irrepetible, agregando la importancia de nuestros elencos, resultó una repercusión local e internacional de gran vuelo artístico en calidad y cantidad y no sólo en el Tango, dado que se abordaban aquí todos los géneros musicales.
Sabemos que hubo tantos valores importantes que gozaron del aplauso trascendente, pero existieron otros de igual merecimiento que no tuvieron el privilegio de actuar y/o grabar con grandes directores, que también están un tanto olvidados, de éstos últimos quiero rescatar a uno que justifica el título: OSVALDO CORDÓ, así concitó la popularidad.
Alfredo Agustín Alberti, su nombre civil, nació en Dock Sud, partido de Avellaneda el 23/5/23 y a partir de sus dos primeros años, se radicó en la ciudad homónima, en Castelli 529. “El Mocito” tal el popular mote que su madre le creó desde muy pequeño y que designará a nuestro cantor desde su barrio avellanedense.
El canto fue su obsesión desde siempre y a los 16 años, comienza en un concurso que se realiza en el Teatro Roma, que se adjudicó, teniendo su prematuro debut en la típica de Miguel Padula. Esa actuación era el trofeo del ganador, que será el primer eslabón de una cadena de éxitos sucesivos, por 1940 actúa con Los Zorros Grises de José García, luego será con el “Tano” Francisco Lauro, en cabaret y bailes sociales . En 1946 cantó con Carlos Di Sarli compartiendo por 45 días el cartel con Alberto Podestá, pero no grabó; será solista por un tiempo en lugares de la noche porteña y por 1948 al reorganizar su plantel orquestal Osvaldo Fresedo, incorpora nuevamente a Roberto Ray y al juvenil Osvaldo Cordó.
Actuaron en Radio El Mundo, en la boite “Rendez Vouz”; graban para RCA Victor y Nuestro Cantor sólo deja cuatro únicas versiones, en la orquesta del autor de “Mi viejo reloj” y fueron Volverás, Por calles muertas, Cafetín de Buenos Aires y Motivo de Vals.
En las mismas se manifiestan sus cualidades de gran fraseador, estilo definido y personal; a veces algunos jóvenes coleccionistas, que buscan sus grabaciones preguntan como Cordó, grabó tan poco. Sucedía que todas las grandes voces estaba en pleno esplendor y no dejaron apreciar a este notable valor y también, la decisión de grabar era propia de cada director.
Sigue con Fresedo, interpretando las orquestaciones del notable maestro Roberto Pansera, Ray es reemplazado por Armando Garrido, que comparte los cantables con Osvaldo, e incluso durante unas pocas jornadas en la boite mencionada, propiedad de Fresedo y Armani, actuaron juntos los tres vocalistas, Osvaldo, Garrido y Pacheco. Pero el ingreso del último marca la salida en dicha orquesta del primero de los mencionados.
Cordó sigue en la orquesta de Juan Polito, durante las temporadas de 1950/52, siendo durante el último año citado, cuando el bandoneonista/director Eduardo del Piano se desvincula de Ángel Vargas. Forma su nuevo rubro, debutando en el prestigioso palco tanguero de “La Armonía” de la calle Corrientes, como Eduardo del Piano, su orquesta y los cantores Osvaldo Cordó y Mario Bustos, actuaciones de gran repercusión en la crítica especializada y aplausos, en el -soberano- el público. Pero por motivos propios de la época este agrupación joven y excelente no alcanzó la grabación de sus éxitos.
Luego no tendrá más actuaciones regulares con orquestas y su rutina será un tanto discontínua, pero logra grabar en sello T.K. con el Cuarteto de guitarras de Roberto Grela, que integraban Domingo Lainez, Ernesto Báez y Eugenio Pro; “Un cuarteto de notables”, que daban el marco adecuado a una de las mejores voces del ‘40. Tal como lo reconocían el propio Grela entre otros. Registrando: “Pobre gallo bataraz”, “Sueño querido”, “Alma de loca” y “Cafetín de Buenos Aires” que realizó en el ‘59. Placas que hubo que grabar en forma reiterada y serán su última tarea profesional.
Fallece el 25/5/85 en Avellaneda, la misma ciudad que lo vio nacer y correr por sus calles, a un pibe que todos recordamos como “El Mocito” y fue “Un pibe siempre... en la vida”, pero con una presencia muy grande dentro las mejores voces del Tango, en una época de grandes vocalistas e intérpretes, donde -insisto- brilló con luz propia.



"UN PIANISTA MILONGUERO"



Cuando todavía se escuchaban los últimos cohetes navideños, el 26 de diciembre (2002)último; emprendió su viaje postrero en nuestra Capital don CÉSAR RANDOLFO ZAGNOLI. Contaba con 91 años y fue un pianista heredero de las más exquisita prosapia milonguera del Río de la Plata, nacido en Durazno (ROU) el 24 de abril de 1911, en un hogar encabezado por su padre don César, músico y director de la banda y el coro infantil municipal.

César entra al Tango con su instrumento “insignia”: el bandoneón y comienza a despuntar la noche lugareña, agregando la otra música de gran moda por los años ‘30: el jazz.

Más preciso en 1934, con sus maletas cargadas de sueños, cambia por el piano y recala en la frontera con Brasil, donde una sola vereda central marca la denominación de Rivera, por los orientales y Santa Ana do Livramento, en la margen “verdeamarela”. Localidad que se convierte en lanzamiento y lo deposita por tres años (1934/36) en Montevideo. Su impronta pianística logra repercusión en los locales nocturnos y moverá la atención de un visitante porteño de muy asidua presencia en esos reductos: Juan D’Arienzo. Que lo invita a “cruzar el charco”, impresionado por el estilo, del futuro Potrillo o Potriyo. Fue diciendo y haciendo... Buenos Aires lo ubica en la noche del Chantecler, donde alterna “el dientudo” con Rodolfo Biaggi en la orquesta del “Rey del compás”.

Sin omitir su costumbre de ejecutar jazz, lo desarrolla en el Parque Colonial, alli lo escucha el violinista y director Eugenio Nóbile; lo incorpora inmediatamente. Este quinteto le dejaba a “Nuestro Pianista”, desarrollar sus sólos con gran éxito.

Luego en la década inigualada e irrepetible: “Del ‘40”, es requerido por Alfredo Gobbi, que estaba armando su orquesta. Primeras andanzas de César junto al autor de Cavilando y Mi Paloma, director que siempre mostró gran agudeza al seleccionar pianistas. Cuando Juan C. Cobián dirigía su nueva orquesta y debe reemplazar al pianista Jaime Gosis, elige al Potrillo, para compartir atriles con Spitalnik y Huguito Baralis; pero la agrupación actuará corto tiempo, por la escasa salud de su director.

Joaquín Do Reyes afincado en LR1 El Mundo dirigiendo un conjunto de notables, los hermanos Guisado, Vardaro, Ahumada, Presas, Pepe Díaz, el director impone a “Nuestro Pianista Milonguero”, por un prolongado período donde graban en un sello de escasa difusión. Alternadamente actuó con Pedro Maffia, Laurenz y Manuel Buzón por citar tres conjuntos importantes, pero en 1950 estará junto a Héctor Varela, que reaparece como director con las voces de Laborde y Lesica en LR3, Chantecler, bailes y discos Columbia.

En 1955 finaliza su periplo porteño, retorna a Montevideo y forma diversos conjuntos primero un trío -su vieja manía - con bandoneón y bajo, luego la orquesta clásica con importantes músicos y cantantes, actúa en 1962 en el Primer Festival Universitario de Tangos (Teatro Solís) junto a las orquestas de Julio De Caro, Prudencio Aragón, el Quinteto de la Guardia Nueva y Astor Piazzolla. Luego César y su típica actuarán en Tacuarembó y recorren todo el interior oriental acompañado por elementos de primera línea grabando en Sondor y Antar con el trío y orquesta, indistintamente.

Registra una calificada selección de la Guardia Vieja, Evocando a Eduardo Arolas y a Matos Rodríguez. De impecable técnica y que evidencian también, los vastos conocimientos adquiridos por Nuestro Pianista, en esa superficie irrepetible de los escenarios compartidos con figuras notables, en ambas orillas del Plata, en tan dilatada carrera, siempre evolutiva.

Por 1978 actuará en Madrid y Wáshington con notable suceso y regresa para seguir grabando en varios sellos Philips, Edward, Tonal, RCA y en Orfeo, deja para la mejor antología del género un cassette en solo de piano, donde destaca a todos los autores desde Bardi a Piazzolla o Salgán. Modalidad ésta observada en toda su discografía. Queda para destacar sus propias obras instrumentales como La Estacada, Medianoche un tango y tú, Como el ceibo, Naútico club, Mucho que ver y el vals María Antonia, más las cantables con letras de Soriano, Bigio, Mastra, Correa, Julián Centeya, que abarcan casi 30 obras. Todas notables.

Así hemos evocado con trazos muy gruesos, lo opuesto nos llevaría por espacios que carecemos para tan importante creador del sentimiento -esencialmente- tanguero. Los muchos seguidores del Río de la Plata, sus “exigentes escuchas”; lo citaremos en presente a este milonguero del piano, apodado El Potriyo. Nos deja su obra valiosa de intérprete y autor.