lunes, 11 de enero de 2010

ASTOR PANTALEÓN PIAZZOLLA

(publicado 12/3/01)




NUESTRO EVOCADO
ayer hubiera cumplido 80 años, nacido en Mar del Plata, hijo de Assunta Mainetti y Vicente (luego será Nonino), quien gustaba de la música y la velocidad; era trabajador pesquero y tenía un gran amigo, el cellista profesional Astor Bolognini. Ésto motivó que al ser padre -quizá- sin hablarlo con Assunta, tomo su motocicleta y registró a su hijo como homenaje al compinche, con aquel nombre (le marcó el destino ??) más el del Nono Pantaleón.
El trío familiar Piazzolla/Mainetti no la pasaba muy bien allí y resuelven emigrar a Nueva York. Vicente en su equipaje no omitió su acordeón y los discos de Maffia y De Caro, con los sólos de Vardarito.
Se radican en el Barrio Latino y el padre encuentra la oferta de un bandoneón, casi todos los lectores imaginarán, los pasos siguientes de esa comunión, casi mimetizante de ASTOR con el instrumento. Luego la amistad familiar con Gardel, compartiendo la "pastasciutta" casera y dominical de Assunta.
El pibe debuta como canillita en el film El Día Que Me Quieras y al finalizar el rodaje en la Paramount, gran fiesta; Carlos le pide que lo acompañe en Cuesta Abajo. Debutar a los 13 años junto a Gardel... que dúo!!! Al planificar la gira postrera de Gardel, éste le pide a Vicente, que permita llevar al pibe, quien no autorizó el viaje y salva la vida de su hijo. La tragedia de Medellín... evita agregar comentarios.
Con el retorno de los Piazzolla a Mar del Plata, ASTOR toca en ésa, pero su meta era Bs. Aires, donde llega y encuentra a una ciudad desconocida y de puertas de cerradas; integra las orquestas del Chula Clausi y el Tano Lauro. Evalúa que eso no era su sueño, que tenía sideral distancia de lo imaginado.
Así en la pensión donde paraba, conoce al “buenazo” de Héctor Stamponi, que le presenta a Hugo Baralis, violinista de Troilo y lo invita al cabaret donde actuaban. PIAZZOLLA se convierte en un estusiasta habitué y gustador de la orquesta. Una noche faltará Toto Rodríguez, Baralis le presenta a Pichuco, quien le pide que toque algo y EL PIBE se manda todo el repertorio que seguía noche a noche, más Rapsody in Blue. Trae traje azul y empezá, dijo Pichuco.
Así empezó El Gato, según lo bautizó el futuro autor de Sur, como a un felino saltador de etapas en todos los aspectos, ya sea componiendo, arreglando para sus conjuntos u otros directores, en bandas de películas nacionales y extranjeras, etc. Siempre estudioso, virtud distintiva, que pocos colegas practicaban, entrevista en el Plaza Hotel al Maestro Arturo Rubinstein, éste le recomienda a Juan J. Castro o Ginastera, será alumno del segundo. aprende piano con Raúl Spivak y el “Mono” Enrique Villegas, luego Viaja a París y será discípulo de esa notable docente, que recibía en su estudio a notables, como Gershwin o Duke Ellington, citando a dos, en épocas distintas. Me refiero a la insigne profesora parisina Nadia Boulanger.
Regresa, escribe, toca y hace declaraciones, siempre polémicas, arma el Octeto Buenos Aires, su obra es tan extensa, como notable: Villeguita, Revirado, Lo Que Vendrá, Prepárense, Kicho, Vardarito, Las Cuatros Estaciones Porteñas, María de Bs. Aires, Bandó, Marrón y Azul, Zum, El Gordo Triste, Concierto para Bandoneón y Orquesta Sinfónica, Tristeza de un Doble A, estudios corales. En los últimos años es uno de los compositores más ejecutados, por tangueros de todo el mundo y conciertos sinfónicos y/o jazzísticos, siendo en este género donde graba con Gerry Mulligan, actuando con Billie Evans, Gato Barbieri y Tom Jobim. Su larga y variada trayectoria, registra los acompañamientos de Milva, Aznavour, Mina, George Moustaki y aquí, a las voces de Fiorentino, Rivero, Goyeneche, Susana Rinaldi.
Algunos tangueros lo siguen discutiendo “a priori”, luego aceptan su obra autoral. ASTOR estará en alguna dimensión, seguramente, guiñando un ojo.
Con esa polémica le brindan a este CREADOR el gran homenaje, elemento nutriente de su carrera, que mechaba siempre, con mucho humor, sin medida. Corroborando vale citar cuando en 1955 presentó el Octeto Bs. Aires, mientras en el auditorio de la Facultad de Derecho lo aplaudían, afuera estaban volando sillas y “piñas”. Esto sucedió aquí y también en la Sala Verdi, de Montevideo.


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