(Publicado el 31/5/02)
“CUANTA TRISTEZA”
Para enfrentar la crisis no alcanzan las escasas buenas noticias, que no llegan a superar los sucesos detallados -normalmente- en los diarios, encima nos sacude un rayo paralizante.
Como el suicidio del actor y cantante WALTER YONSKY, ocurrido el 28 de abril último en su domicilio, de capital. Notable y culto cantor de tangos que nos privó de su compañía, con esa drástica decisión. Sus comentarios, ocurrencias y clásico buen humor - extravertido - con entereza, eran rasgos sobresalientes de una personalidad rica en anécdotas.
Estar con WALTER era una fiesta y quien lo frecuentó, no podía imaginar jamás este final.
Sus pininos como tanguero, fue una prueba en LR3 Belgrano por 1949, luego integró el elenco de LS4 Radio Porteña, cantando folclore. Ingresó al ISER y comenzó en radioteatro con Oscar Casco, casi en forma simultánea, siendo compañero de Susana Rinaldi en algunas emisoras.
En teatro empezó en elencos estudiantiles de Ciencias Económicas, con ese “fierro” de las tablas, actuó en la ciudad de Córdoba en “El discípulo del diablo” de Bernard Shaw. Llega en 1964 a la compañía de Pedro López Lagar en “Panorama desde el puente” (Arthur Miller), en el teatro Lasalle de la capital (ya desaparecido) donde traba amistad con el actor/autor de “El ciruja” Alfredo Marino, también integrante del elenco, que encendió el metejón del tango y lunfardo, en el sentir de NUESTRO AMIGO. Siempre inquieto y emprendedor, estudioso.
Con el tango siguió en1972 con las guitarras de Pereira, Palermo y Peñalva, en Radio Provincia y Municipal, con Oscar del Priore. Hace sainetes “Una Noche de Garufa” con el Cuarteto del Centenario de Emilio Branca, graban un L.D, “Soy tremendo”, recreando obras de Villoldo, no grabadas por los intérpretes de varias generaciones, caso Matufias, Don José María o El Pechador. Rescata así páginas olvidadas y les da vigencia, repertorio nada fácil del principio del siglo. Protagonizó un recital de tangos en el Salón Dorado del Teatro Colón, titulado “100 años de Tango”. Espíritu inquieto a ultranza, transita el teatro infantil con mimos y pantomimas, graba en 1975 de Juan Ramón Jiménez, “Platero y yo”, cantó y narró el “Piccolo saxo” donde recorrió todos los instrumentos orquestales con André Popp, dirigido por el notable Lorin Maazel, el cuento musical “Pedro y el lobo” de Prokofiev y “La guía orquestal para la juventud” de Benjamín Britten. Con el mismo auditorio logró éxitos “Para que bailen los chicos de América” donde abordó todos los ritmos sudamericanos.
Pero triunfó ese loco “metejón” de cantar tangos, como los grandes. Con solvencia e idoneidad, muchos productores no lo entendieron. Dejó muestras notables a través de trabajos “Tango, poesía y lunfardo” (1989), “Tango romanza” (1990). Sus últimos CDs: “Tangos de ayer, de hoy y de siempre” (1997) y “Desde el alma” (2001); siempre con los mejores acompañantes, notables como Paco Peñalva, Bartolomé Palermo, Saúl Cosentino, Roberto Alvarez, Emilio de la Peña.
Su ductilidad en las presentaciones en vivo, marcaban todo la capacidad histriónica y canora de gran intérprete. Integró esa generación de cantores sacrificados, que tuvieron los “grandes fantasma” de vocalistas de épocas anteriores. Transitaba a los clásicos, obras del ‘40 y abordaba a las nuevas plumas de flamantes composiciones, con la misma solvencia. Tuve el privilegio de compartir algunos escenarios, en algunas ocasiones, donde me demostró su compañerismo. En el 2001 en la aparición de su último CD, expresé “Congratulo a este dueño de un estilo que supera siempre sus trabajos, con responsabilidad, aquilatada por ese algo más...como el talento del creador, sumado a la experiencia y el estudio pormenorizado de cada obra. Reitero... estar con WALTER era un fiesta. Me quedo con ese recuerdo.
Para enfrentar la crisis no alcanzan las escasas buenas noticias, que no llegan a superar los sucesos detallados -normalmente- en los diarios, encima nos sacude un rayo paralizante.
Como el suicidio del actor y cantante WALTER YONSKY, ocurrido el 28 de abril último en su domicilio, de capital. Notable y culto cantor de tangos que nos privó de su compañía, con esa drástica decisión. Sus comentarios, ocurrencias y clásico buen humor - extravertido - con entereza, eran rasgos sobresalientes de una personalidad rica en anécdotas.
Estar con WALTER era una fiesta y quien lo frecuentó, no podía imaginar jamás este final.
Sus pininos como tanguero, fue una prueba en LR3 Belgrano por 1949, luego integró el elenco de LS4 Radio Porteña, cantando folclore. Ingresó al ISER y comenzó en radioteatro con Oscar Casco, casi en forma simultánea, siendo compañero de Susana Rinaldi en algunas emisoras.
En teatro empezó en elencos estudiantiles de Ciencias Económicas, con ese “fierro” de las tablas, actuó en la ciudad de Córdoba en “El discípulo del diablo” de Bernard Shaw. Llega en 1964 a la compañía de Pedro López Lagar en “Panorama desde el puente” (Arthur Miller), en el teatro Lasalle de la capital (ya desaparecido) donde traba amistad con el actor/autor de “El ciruja” Alfredo Marino, también integrante del elenco, que encendió el metejón del tango y lunfardo, en el sentir de NUESTRO AMIGO. Siempre inquieto y emprendedor, estudioso.
Con el tango siguió en1972 con las guitarras de Pereira, Palermo y Peñalva, en Radio Provincia y Municipal, con Oscar del Priore. Hace sainetes “Una Noche de Garufa” con el Cuarteto del Centenario de Emilio Branca, graban un L.D, “Soy tremendo”, recreando obras de Villoldo, no grabadas por los intérpretes de varias generaciones, caso Matufias, Don José María o El Pechador. Rescata así páginas olvidadas y les da vigencia, repertorio nada fácil del principio del siglo. Protagonizó un recital de tangos en el Salón Dorado del Teatro Colón, titulado “100 años de Tango”. Espíritu inquieto a ultranza, transita el teatro infantil con mimos y pantomimas, graba en 1975 de Juan Ramón Jiménez, “Platero y yo”, cantó y narró el “Piccolo saxo” donde recorrió todos los instrumentos orquestales con André Popp, dirigido por el notable Lorin Maazel, el cuento musical “Pedro y el lobo” de Prokofiev y “La guía orquestal para la juventud” de Benjamín Britten. Con el mismo auditorio logró éxitos “Para que bailen los chicos de América” donde abordó todos los ritmos sudamericanos.
Pero triunfó ese loco “metejón” de cantar tangos, como los grandes. Con solvencia e idoneidad, muchos productores no lo entendieron. Dejó muestras notables a través de trabajos “Tango, poesía y lunfardo” (1989), “Tango romanza” (1990). Sus últimos CDs: “Tangos de ayer, de hoy y de siempre” (1997) y “Desde el alma” (2001); siempre con los mejores acompañantes, notables como Paco Peñalva, Bartolomé Palermo, Saúl Cosentino, Roberto Alvarez, Emilio de la Peña.
Su ductilidad en las presentaciones en vivo, marcaban todo la capacidad histriónica y canora de gran intérprete. Integró esa generación de cantores sacrificados, que tuvieron los “grandes fantasma” de vocalistas de épocas anteriores. Transitaba a los clásicos, obras del ‘40 y abordaba a las nuevas plumas de flamantes composiciones, con la misma solvencia. Tuve el privilegio de compartir algunos escenarios, en algunas ocasiones, donde me demostró su compañerismo. En el 2001 en la aparición de su último CD, expresé “Congratulo a este dueño de un estilo que supera siempre sus trabajos, con responsabilidad, aquilatada por ese algo más...como el talento del creador, sumado a la experiencia y el estudio pormenorizado de cada obra. Reitero... estar con WALTER era un fiesta. Me quedo con ese recuerdo.
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