(publicado 4/3/97)
Nació el Tango.
Dentro la rica historia de nuestro ritmo porteño, la creación de este tango resulta de fundamental significación, que bien puede marcar un punto de partida, de la posterior evolución y desarrollo del género.
La voz Tango circuló desde 1820 y se reactualiza en 1857, dado su nuevo uso marcado por el auge de danzas que aparecieron, con esa denomminación. Se conocieron como tangos, pero todas eran de orígenes de lo más disímiles y con el paso del tiempo, no guardarán la mínima semejanza con los tangos del siglo XX.
Sus coplas o letrillas estaban conformadas con aires andaluces, zarzueleros en lo musical "olían" a chotis, pero algunas otras traían aires de nuestras pampas, como milongas, estilos y cifras, con letras que relataban hechos de la vida diaria rioplatense. Esto era lo más trillado.
Sirvió de amasijo y fermento que ira tomando su propia esencia, hacia 1880, con Ándate a la Recoleta y La Quincena, hasta llegar a "El Talar" de una gran estructura, escrita por un pianista adolescente Johnny Aragón.
Pero el punto de partido o el quiebre, fue 1897 con EL ENTRERRIANO, al cumplirse este año su primer centenario. Fruto de la prodigiosa y avanzada inspiración de Rosendo Cayetano Mendizabal. Que lo publica con el seudónimo: "A. Rosendo" tango para piano; en la Editorial E. E. Prelat, de Santa Fe 2837, Capital, dedicado: "A Ricardo Segovia" oriundo de la tierra de Urquiza.
Es para resaltar el sentido de la autocrítica de este autor, que alguna vez le preguntaron, porque publicaba sus obras con seudónimo, contestando: Todavía ninguna me satisface y El Entrerriano, no es mi mejor composición. Algún día verá alguna obra firmada con mi nombre.
Lamentablemente ese día no llegó, pero este porterño moreno nacido 21 de abril de 1868, hijo de Horacio y Petrona Escalada, unión de dió tres varones: Sergio, Manuel y ROSENDO. Por vía materna ellos legaron una buena fortuna, pero al último le duró poco.
Casado con Carmen Celli en 1900, tuvieron siete hijos, en un hogar que era solventado por Rosendo, exclusivamente, con el agravante que algunos de sus hijos estaban muy enfermos. El pianista era un trabajador incansable, compelido por la triste realidad que afrontaba, tocó en las noches de Hansen, La Vieja Eustaquia, La Parda Adelina, Laura, María La Vasca y cuanta milonga bacana lo requerían. Pero durante el día enseñaba piano, solfeo y teoría a niñas aristocráticas a domicilio. Su apellido materno - Escalada - le franqueaba el acceso a las mansiones porteñas.
Este creador pionero que quizá no había tomado noción, de la importancia que su trayectoria desarrollaba en su obras, compuso muchas, algunas con dedicatoria, a saber: Don Enrique (al comisario Otamendi), Tres Arroyos (a mi amigo Alfredo Bevilacqua), Don Padilla(al Sr. R. Padilla), Polilla (a Alfredo Cambaceres), Reina de Sabá(a un pingo homónimo), Don José María (a José M. Echenagucía), Contra flor y el resto, Alberto, Don Horacio, Tigre Hotel, Por Acá no hay Espinas, Final de una Garufa, La Entrerriana, etc
Un colega el violinista Genaro Vázquez, le dedicó un tango, con su nombre "Rosendo" y por los años 1960 Joaquín Do Reyes con su orquesta estrena y graba Don Rosendo.
Pero insisto con El Entrerriano, nació el Tango, superando una melange de ritmos que menciono más arriba. Transcurrido el siglo del estreno todavía mantiene la frescura y el encanto, que resiste el desarreglo, de algún trasnochado arreglador, que pretenden aggiornarlo y así, alteran las notas prístinas del Tango Fundador.
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